En 1786, la ciudad de Londres dirigió una petición al Rey a fin de que se proveyese a una inmediata y apropiada aplicación de la pena de muerte y de la de deportación. El gobierno del primer ministro Pitt debió ceder. Fue escogida la bahía de Botany en Australia y las autoridades competentes recibieron la orden para transportar a 750 prisioneros. El primer contingente de 750 hombres condenados por delitos graves partió en 1787. Esta historia ampliamente conocida se refiere a los orígenes de la construcción de Australia como país independiente y es relatada y analizada en una magnífica obra de dos autores alemanes publicada en 1939. Una obra que da cuenta de las relaciones entre los ciclos económicos y la forma de organización de los sistemas punitivos, desde el siglo XI hasta el advenimiento del nacional-socialismo.
No mucho tiempo duró, sin embargo, esta práctica de las deportaciones. Para 1840 había cesado totalmente, entre otros motivos porque los relatos que llegaban de esas lejanas tierras, según los cuales los ex convictos se convertían en algunos años en propietarios de vastas extensiones, acabó actuando mucho más como un incentivo que como un disuasivo para la comisión de delitos. En la jerga popular de la época, la pena de deportación acabó siendo llamada como el "ticket to leave".
Con la mayor población penitenciaria del mundo y con un ejército ávido y cada vez con mayores problemas para reclutar nuevos soldados, era inevitable que tarde o temprano los Estados Unidos del siglo XXI se enfrentarían a algunos de los problemas y dilemas ingleses del siglo XVIII.
Con muy poca repercusión hasta ahora en la prensa de la región,el problema de la creciente admisión en las fuerzas armadas americanas, de ex convictos, enfermos mentales con distintos grados de patología, aventureros y "desesperados" varios, ha empezado a preocupar a la opinión pública y a los medios de comunicación.
Con 132 mil soldados ya en Irak, 20 mil más de una u otra forma en camino y la perspectiva delirante de duplicar las actuales fuerzas, no hace falta tener mucho olfato político para predecir que el problema sólo tenderá a agudizarse. Algunas pocas cifras son de una evidencia aterradora. Entre el 2003 y el 2006, se otorgaron mas de 30 mil exenciones (waivers) morales para integrar las fuerzas armadas, un eufemismo que es mas lo que dice que lo que oculta.
Los más cínicos no dudan en afirmar que en realidad el problema es de fácil solución, "o no vuelven, o vuelven convertidos en héroes",es la frase que mejor los define.
Muy diversa parece la realidad de los sobrevivientes.
Bien conocido es el carácter brutalmente destructivo de la guerra, mucho menos evidente son sus componentes de carácter auto destructivo.
Pareciera que la insensata política de Bush, no tuviera otro objetivo que el de aumentar y perfeccionar el espantoso círculo vicioso: cárcel, guerra, cárcel, guerra. Un círculo sólo posible de cerrarse con la paz o con la muerte.
Ninguna semejanza entre la historia de Australia e Irak es posible. Los "transportados" hacia Australia dejaron allí sus descendientes, los "transportados" hacia Irak, dejan invariablemente allí su razón o sus huesos.
