Primero fueron las caricaturas de Mahoma. El profesor danés que escribe un libro sobre el personaje religioso-político-militar y no encuentra a nadie que se atreva a ilustrarlo. El miedo. Miedo a la ira y, por supuesto, a las amenazas. El profesor ante su impotencia escribe a un periódico y el director se atreve a publicar 12 caricaturas de Mahoma.
Cuatro meses más tarde un periódico noruego reproduce las caricaturas y la ira, las protestas, la quema de embajadas, consulados, iglesias y banderas de los países que han publicado las caricaturas estallan en el mundo islámico. Jefes de gobiernos democráticos, medios de prensa desaprueban y condenan "el error europeo".
Luego llega el papa Benedicto XVI y su cita de la conversación del emperador bizantino y el intelectual persa. La ira vuelve a explotar. Y con la ira de los musulmanes también las voces, otra vez, de los demócratas y de los medios de comunicación pidiendo la disculpa del Papa.
Una semana después, la Unión Mundial de Ulemas convoca al día de la ira. Jeques, muftis, ulemas, escritores, jefes de gobiernos totalitarios se conjugan con los de las calles del Islam para protestar quemando banderas, iglesias, crucifijos y efigies papales. El Ayatolá Jatami afirma que "es una ignorancia de la tolerante religión islámica".
En días reciente le tocó el turno a Mozart. En el Deutsche Opor de Berlín se ha presentado la ópera Idomeneo de Mozart en la que se decapitan las cabezas de Mahoma, Buda, Jesús y Neptuno. Sus cuatro presentaciones pautadas para el próximo noviembre han tenido que ser suspendidas por el alerta del ministro del Interior a la directora del teatro de las amenazas recibidas si la cabeza de Mahoma volvía a mostrarse. La canciller Angela Merkel ha condenado la autocensura afirmando que el Teatro de la Ópera entregó su libertad artística y se rindió a los miedos del terrorismo.
Días después, el ministro de Interior del gobierno alemán se reúne con representantes del Consejo Central Islámico y llegan al acuerdo de volver a presentar la ópera de Mozart. El secretario general de la Unión Turca-Islámica afirmó que aunque se logró un acuerdo en relación a la ópera de Mozart, duda que Alemania y su población islámica puedan trabajar juntos para resolver sus diferencias básicas.
Mozart va. El ministro de Interior ha obtenido el permiso del Islam para que en el Teatro de la Opera de Berlín se pueda reponer las cuatros presentaciones pautadas para noviembre. Eso dice el ministro. Otra cosa es lo que dicen las autoridades del Teatro de la Opera que condicionan la puesta en escena de otras presentaciones cuando existan nuevas medidas de seguridad y nueva situación en el mundo.
En recuerdo de Orianna Fallaci: "si dices lo que piensas sobre el Vaticano, la Iglesia católica, el Papa o la Virgen María, nadie te toca tu derecho a la libertad de pensamiento y opinión. Pero si haces lo mismo con el Islam, el Corán, Mahoma o algunos hijos de Alá, te acusan de blasfema, xenófoba que has cometido un acto de discriminación racial".
Parecería que hacen falta muchas Orianna Fallaci más.
