Con la situación en Irak cada vez más deteriorada y con la cada vez menor voluntad de los estadounidenses para servir en las fuerzas armadas, una publicación del ejército poco conocida titulada Manual del programa de reclutamiento en escuelas se está volviendo cada vez más importante, y polémico.
El manual es la biblia del reclutador, la guía esencial para quienes tienen que ir a las escuelas de enseñanza media y reunir cuerpos calientes para rellenar las filas vergonzozamente escasas de las unidades de entrenamiento básico del ejército.
En el manual, se plantea francamente: "El objetivo es tener en nuestras manos las escuelas, lo que sólo puede conducir a un mayor número de enrolamientos".
Lo que no pude encontrar en el manual fue algo remotamente parecido a los comentarios asombrosamente francos de un sargento del Fuerte Benning, en Georgia, que fue citado en el número del 30 de mayo de The Army Times. Hablaba a las tropas en la séptima semana del entrenamiento básico, y el periódico informó sobre la escena como sigue:
"¿Alguien sabe el significado de póstumo?', preguntó el sargento Andre Allen a los 150 soldados de infantería en entrenamiento, miembros de la Compañía F, del Primer Batallón, del 19 Regimiento de Infantería. Se levantaron unas cuantas manos, pero él respondió su propia pregunta. 'Significa después de la muerte. Algunos de ustedes van a obtener medallas de esa forma', dijo con naturalidad, subrayando la posibilidad de que enviarían a algunos de ellos al combate y no regresarían". Ese es el mensaje honesto que reciben los reclutas una vez que están dentro. La forma de abordar el asunto recomendada en el manual es algo diferente. Es mucho más suave. Se exhorta a los reclutadores que tratan de enlistar estudiantes de enseñanza media a que platiquen, platiquen, platiquen.
Se exhorta a los reclutadores a llevar donas y café al personal docente una vez al mes, y comer en la cafetería de las escuelas varias veces al mes. Y el libro recomienda que se cultive en forma asidua la relación con estudiantes a los que otros estudiantes admiran: "Es posible que algunos estudiantes influyentes como el presidente o el capitán del equipo de fútbol americano no se enrolen, pero pueden proporcionar nombres, y lo harán, de personas que sí lo hagan".
No se sabe qué tanto los padres se dan cuenta de que los reclutadores están dentro de las escuelas públicas tratando en forma dinámica de atraer a sus hijos al servicio en tiempos de guerra. Sin embargo, no todos los planteles reciben la misma atención. Los que reciben el trato de reclutamiento monárquico tienden a ser aquellas en las que las familias de los estudiantes son menos acomodadas que la mayoría.
Los reclutadores militares no contemplan como buenos prospectos las escuelas cuyos muchachos son de familias más ricas (y que tienen un porcentaje elevado de estudiantes que irán a la universidad). Es como si esas escuelas hubiesen colocado letreros a la entrada que dicen: "Ni se molesten". Los muchachos de esas escuelas no son los que pelean las guerras de Estados Unidos. Ahora, con el número de bajas en Irak en aumento constante, se está volviendo más difícil alistar incluso a los muchachos menos acomodados. El ejército debería ser honesto y franco en el reclutamiento. La guerra no es un juego de niños, y no se debería reunir guerreros usando tonos seductores para ventas con jóvenes demasiado inmaduros para tomar una decisión informada sobre asuntos que bien podrían resultar en que tuvieran que matar a otros o morir ellos mismos.
