Hace unos días, hablando con un vocero de Barack Obama, le hice una pregunta muy simple y quedé asombrado con la sinceridad de su respuesta. Después de un largo silencio me confesó que se había quedado mudo porque no encontraba la forma de darle spin a su respuesta.
El spin, en el lenguaje de la política, es darle a los sucesos una interpretación siempre favorable a la causa y es fundamental cuando se enfrentan momentos adversos. Es, en cierto sentido, como si los doctores del spin hubieran leído a Aristóteles, quien sugiriera que “es en la adversidad donde sale a la luz la virtud”.
Si esta semana hubiera que darle el premio mayor a algún partido político por sentar cátedra “spinando” a diestra y siniestra en su tratamiento de dos sucesos inesperados, el triunfador indiscutible sería el Partido Republicano.
El primero tiene que ver con la convención en la que, después de meses de preparación, se proclamará a John McCain y Sarah Palin como candidatos a la presidencia y vicepresidencia. La inminente llegada del huracán “Gustav” a la costa de Luisiana obliga a la dirigencia del partido a modificar no solo el programa sino a considerar opciones para sacarle provecho a los obligados cambios.
Conscientes del enorme daño político que la indiferencia del presidente George W. Bush le causó al Partido Republicano cuando otro huracán llamado “Katrina” destruyó Nueva Orleans, durante el fin de semana el alto mando del partido consideró sus opciones. En un momento de spin delirante se llegó a proponer que los candidatos se trasladaran a Nueva Orleans y, de ser necesario, ahí en un acto de compasión y solidaridad con las víctimas, aceptaran la nominación de su partido.
Afortunadamente para la nación, Nueva Orleans resistió el embate de “Gustav”, la convención reanudó su interrumpida marcha en Saint Paul y en un acto providencial, McCain se salvó de tener al presidente George W. Bush y al vicepresidente Dick Cheney como oradores principales de la apertura del evento.
Pero eso no es todo. El lunes se anunció que la hija soltera, menor de edad de la candidata a la vicepresidencia Sarah Palin, está embarazada. En casi cualquier otra circunstancia el embarazo de una adolescente soltera no sería noticia salvo para los familiares. Por más problemas que presente el embarazo a destiempo, su recurrencia le ha restado resonancia social salvo en círculos muy conservadores.
El anuncio ha generado inquietud hacia el interior del partido por el contexto en el que se presenta su candidatura. A pesar de sus virtudes, que son muchas, su selección obedece a un cínico cálculo político del candidato para congraciarse con el ala derecha de su partido. Palin es madre de cinco hijos, incluyendo uno que padece del llamado síndrome de Down y que, según sus declaraciones públicas, decidió dar a luz sabiendo desde el embarazo que tenía el padecimiento porque es profundamente religiosa.
Tanto que se oponen a que en las escuelas se eduque a los jóvenes en programas de contracepción y ella y el partido se pronuncian porque se dupliquen los programas abogando por la abstinencia sexual fuera del matrimonio.
Por el momento, la maquinaria del spin ya entró a trabajar a toda máquina. “Estamos orgullosos de la decisión de Bristol de conservar a su bebé y todavía más orgullosos de convertirnos en abuelos”. Dijeron Palin y su marido, pidiendo que se preserve su privacidad.
También Obama ha declarado que se proteja a las familias de los candidatos del escrutinio público y no se politice el asunto. El problema, sin embargo, es que en este país son los políticos mismos quienes involucran a sus familias en el proceso porque quieren sacarle provecho político, y porque esto es así, es apenas justo pedirles que tengan coherencia.
