Jorge Ruiz Melgar es un hombre íntegro que maneja el buen arte al momento de pintar. Alguien que ha sabido seguir adelante en contra de los pronósticos de sus adversarios. Este pintor santeño presenta su individual “Resurgimiento” hasta el 5 de julio en la galería del hotel Crowne Plaza.
El título de su muestra resume sus dos cantos de guerra: no dejarse vencer por nadie y volver a recomenzar si no queda de otra.
No es que dejara de trabajar en sus telas y en sus colores, sino que tenía cinco años que no exponía de forma individual en el país, porque se sentía desilusionado.
Es que tuvo una experiencia negativa con una galería de la ciudad (no mencionó su nombre), con la que laboró estrechamente por espacio de 21 años, pero en los últimos tres la relación laboral con esta empresa cultural se deterioró lo suficiente como para romper definitivamente los lazos.
Pero eso sí, nunca se tomó un respiro ni un descanso, al contrario, siguió dando batalla este rebelde que no vende sus principios ni sus postulados.
Aunque Jorge Ruiz Melgar siguió vendiendo a clientes privados estaba alejado del ambiente artístico en general, hasta que hace unos días la curadora Zaida González Vergara le dijo que había una posibilidad de exponer en la capital y no lo dudó ni durante un minuto.
Esto dio paso a “Resurgimiento”, una exposición compuesta por 14 cuadros hechos en acrílico. Prefiere este material por encima del óleo, porque el acrílico seca pronto (su impaciente creativa no le permite esperar mucho) y porque lo considera más óptimo para el clima húmedo de este istmo.
“El óleo tiene un problema técnico: puedes tardar hasta un mes en terminar una pintura porque tarda en secar, cuando con el acrílico puedes esforzarte para acabar un cuadro hasta en un día. Además, el óleo, si no está bien trabajado, puede ser atacado por los hongos”, dice quien los críticos de arte nacionales vincularon al inicio de su carrera con la llamada Escuela de Azuero, aunque Ruiz Melgar se siente más deudor de los impresionistas y expresionistas.
Considera que el acrílico es “más fiel y duradero que el óleo, hasta pasado el tiempo puedes lijarlo y sus colores no se pierden ni se alteran como con el óleo”.
Aunque en el pasado ha explorado el cubismo y el paisaje, en “Resurgimiento” predomina el abstracto figurativo. “Si quieres ver un árbol o un río le tomas una fotografía y listo”, pero piensa que la ventaja de esta clase de propuesta es que te libera de representar los objetos de forma concreta, lo que le da la libertad para sugerirle al espectador.
“Un mismo cuadro abstracto nunca es el mismo. Es lo que quieres ver y a cada quien le dice algo distinto. Es cuestión de percepción”, dice quien en sus pinturas se inclina por las gamas de rojo y por los colores que lo ponen en contacto con la tierra.
También se identifica mucho con el azul en sus cuadros, su color favorito, “aunque curiosamente lo uso poco cuando pinto las paredes de mi casa o compro mi ropa, pero en mi pintura sí”.
