Borromeo, que presentó en el Vaticano su libro La Inquisición, explicó que entre 1540 y 1700 los tribunales religiosos celebraron en España 44 mil 674 juicios.
El número de acusados condenados a muerte fue del 1.8% y un 1.7% de condenados lo fueron en contumacia, es decir, no pudieron ser ajusticiados por estar en paradero desconocido y en su lugar fueron quemados o ahorcados fantoches. Las "brujas" quemadas en esos años fueron 59.
Ello demuestra, según Borromeo, que los recursos a la tortura y a la pena capital no fueron tan frecuentes como se ha creído durante muchos años.
En ese mismo tiempo, en Portugal se quemaron 36 brujas, pero el índice de condenados fue superior que en España, y alcanzó al 5.7% de las 13 mil 625 personas juzgadas.
El mayor número de ejecuciones por brujería se efectuaron en Alemania -donde fueron quemadas 25 mil, de una población de 16 millones de habitantes- así como en otros países europeos con fuerte presencia de protestantes, porque las condenas no solo fueron dictadas por tribunales de la Inquisición sino también por tribunales civiles.
En Italia, mil mujeres fueron quemadas por "brujas", de una población, por entonces, de 13 millones de habitantes, y en Francia, con 20 millones de habitantes, fueron a la hoguera 4 mil.
Esos datos demuestran, según Borromeo, que la Inquisición -a la que no se exime de sus culpas- se ensañó contra las "brujas" mucho menos que los tribunales civiles y los países protestantes.
En la presentación del libro de Borromeo participó también el cardenal dominico Georges Cottier, quien justificó en el respeto a "la mentalidad de los tiempos" el hecho de que la Iglesia no haya condenado a los Papas que favorecieron a la Inquisición.
El Tribunal de la Santa Inquisición nació como institución en la primera mitad del siglo XIII, para atajar de raíz el nacimiento de movimientos heréticos, como los cátaros y valdenses.
