En estos días un amigo de ascendencia española me preguntaba por la receta del clericó. Curiosa, le pregunté por qué. Resulta que se iban a reunir algunos paisanos a ver el partido Barça-Real Madrid, y el amigo quería hacer sangría blanca, o sea clericó, como se le conoce en el Cono Sur, donde es sinónimo de verano. La quería hacer por el nombre tradicional del Real Madrid, “merengues”, por el color de los uniformes. Y para los catalanes, sangría regular en honor al uniforme. Como me dijo otra amiga que va por el Barça, el himno dice “som la gent blaugrana” donde el blau es azul, y el grana, rojo granate. Y se me ocurrió que cada uno puede tener sus ingredientes a mano dependiendo de si va al partido oficialista, en cuyo caso sería tinta, ya que lo de revolución por su parte suele traer sangre, y muchos ciudadanos no han olvidado la época cruenta del noriegato, en especial en cierto diario que queda sobre la Avenida 12 de Octubre. Los civilistas podrán retomar sus pañuelitos blancos en una mano, y en la otra, una sangría blanca.
Esta semana me vi con la española Marian Saseta. Estábamos probando unos vinos de la bodega que representa, Lan. Probamos el vino insignia, el Culmen, y otros que les comentaré en otra columna, y me comentó que en España poco se ve beber sangría, que es cosa de turistas, y en el sur se bebe. Y es que si echamos un vistazo histórico, la sangría llegó a la “madre patria” por la costa sur del Mediterráneo ibérico. Primero, los negociantes fenicios trajeron el vino; luego los moros introdujeron la caña de azúcar y el limonero. Las naranjas llegaron más tarde, y las huertas de Al Andalus proveyeron todo tipo de frutas.
Para ser francos, la sangría se puede hacer de la manera que te dé la gana, con lo que tengas a mano. Yo siempre aconsejo que si tienes hijos chiquitos o invitados patiaguados, hagas clericó para que no te manchen las alfombras y tapices. Mi sangría blanca favorita es más o menos así: un tetrapak de Clos de Pirque blanco, una lata de Squirt, y un poco de fruta picada, de lo que haya a mano. Para la tinta, te sugiero el Clos de Cabernet Sauvignon, que es una uva con más “peso” que la Merlot. También la puedes comprar premezclada. Ahora que estamos en temporada de mangos, pues que viva el mango. Cuando le eches naranjas, pícalas en cuñas, y déjales la cáscara. Con vino blanco me gusta usar fresas o manzanas rojas y uvas negras; con unos trozos de piña tampoco te va mal. Consejo: nada de papaya ni banano, por amor al cielo. Con vino tinto, frutas claras, como uvas blancas, trozos de melón y de manzanas. Si quieres “animar” tu fiesta, le echas un lamparazo de ron, brandy, o si eres panameñista, pues seco. Y si gana tu candidato o no, ten a mano un buen espumante, aunque no sea champaña, y recuerda lo que dijo Napoleón de la champaña: En la victoria, es necesaria; en la derrota, indispensable.
