La regla general establece que los nombres propios de personas (antropónimos) y los nombres propios de lugar (topónimos) no necesitan el artículo para integrarse en un enunciado. Solo cuando llevan un modificador exigen la presencia de un artículo, por ejemplo: Celia Cruz es una artista muy querida (Nos dejó la gran Celia Cruz); Chitré es la capital de Herrera (Visitamos el Chitré de nuestra infancia).
Hay topónimos que requieren artículo porque este forma parte del nombre, por ejemplo: La Habana, El Salvador, Las Vegas. Desde luego, aunque aparezcan en plural, la concordancia es en singular, por ejemplo: ¡Los Pozos, hermoso pueblo, tan querido!
Algunos nombres con artículo inherente pueden omitirlo cuando les antecede otro determinante, por ejemplo: ¡Esa Habana preciosa!
Se escriben con minúscula los artículos que acompañan a nombres propios de dinastías y de familias —escritos con mayúscula—, por ejemplo: los Kennedy, los Ferrer, los Cepeda. Cuando estos nombres funcionan como adjetivo, pueden ir en minúscula, por ejemplo: los reyes borbones.
También se escriben con minúscula las dinastías o linajes que se nombran con un patronímico (nombre derivado del padre u otro antecesor, que se le aplica al hijo o descendiente), por ejemplo: los macabeos, los sunitas.
En cuanto a las preposiciones y los artículos que acompañan a algunos apellidos deben ir con minúscula: Juan del Olmo, Maricarmen de Gracia, Jorge de la Espriella.
La Academia dice:
Un usuario bien informado escribe bien su lengua. Tenga en cuenta estas reglas que lo dejarán “bien parado” ante distintas situaciones. Y recuerde leernos todos los jueves.
