En Europa y Gran Bretaña se le conoce como aubergine; en Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda es eggplant; en el sur de Asia y en Suráfrica se llama brinjal. En español la llamamos berenjena. Melanzana, mad-apple, guinea squash... La Solanum melongena posee casi tantos nombres como variedades, y muchas formas de disfrutarla.
Esta planta, originaria de India hace más de 4,000 años, es de la familia de las solanáceas, lo que la hace pariente del tomate y la papa. Cuando llegó a Estados Unidos por primera vez se cultivaba como planta ornamental, por su color púrpura y sus variedades en tamaño y forma.
Sin embargo, según la botánica, su fruto se clasifica como una baya, no un vegetal. A pesar de esto, se utiliza en platos salados, y forma parte importante de la gastronomía asiática y la mediterránea.
Las variedades de berenjena también son muchas, dependiendo de la región. Las que más se encuentran en Panamá son las moradas, aunque la forma y tamaño varía, el sabor sigue siendo el mismo.

Saludable
La berenjena tiene un alto contenido de agua, aporta muy pocas calorías y no contiene grasas. Es rica en potasio, que ayuda a equilibrar los líquidos sin retenerlos, y calcio para fortalecer los huesos, lo cual la hace un alimento ideal para deportistas. Contiene hierro y azufre, y vitaminas A, B1, B2 y B6, C, E y K, esenciales para el buen funcionamiento del metabolismo y eliminar radicales libres.
Cómo prepararlas
Entre las formas más conocidas de consumir berenjena está el plato campesino francés ratatouille, al curry, el babaganoush y a la barbacoa. Pero hay infinidad de recetas que tienen a la berenjena como la protagonista. Su sabor blando la hace perfecta para combinarla con especias aromáticas y hierbas.
Para reducir su sabor amargo es común añadirles sal y dejar que drenen; además la sal evita que absorban demasiado aceite al freirlas. Ya que la carne se oxida y se oscurece rápido, es mejor picarlas justo antes de cocinarlas, o puede conservar los trozos en agua hasta que esté a punto de utilizarlas.
