Era el año 1994. María Raquel Cochez tenía 15 años cuando fue a uno de esos paseos familiares a Orlando que –para algunos- en un momento en la vida se vuelven inevitables.
Al llegar a uno de sus parques, el acuático Wet n´ Wild, María Raquel reprimía un deseo que no la dejaba disfrutar de las gigantescas piscinas y los épicos toboganes, cuyos deslizamientos aparentaban ser kilómetros de “pura diversión”.
“Me sentía gorda”, confiesa la hoy adulta, cuyas fantasías fueron desbaratadas por inseguridades, algunas propia de la edad.
“Quería usar un biquini pero no me sentía cómoda. Me quise poner una camiseta encima, pero el parque no me dejaba por sus reglamentos”, cuenta hoy María Raquel, de 36 años, recordando a la adolescente que se quedó sentada sin disfrutar porque el parque no le permitía estar con la camiseta puesta.
“Este tema es un símbolo y metáfora de lo fuerte que puede llegar a ser la vergüenza hacia el cuerpo y todo lo que no te deja vivir o experimentar”, dice sobre el origen de “Wet n´ Wild”, la exposición catártica inaugurada anoche en la galería ArteConsult y que estará abierta hasta el 13 de septiembre.
recuerdos con dolor
“Wet n´ Wild” cuenta con cuatro pinturas: una grande de 12 pies en la que aparecen cinco mujeres comiendo, y tres retratos de dos mujeres. Cuatro fotografías, un videoarte y una serie de vestidos de baño gigantes cuyas medidas se aproximan a las 60 pulgadas.
Los significados de cada una de sus imágenes y ejemplares no son, en lo absoluto, gratuitos ni arbitrarios.
“En 2010, después de dos embarazos, subidas y bajadas de peso y cirugías, fui por un año a un taller de aceptación del cuerpo a una clínica en Atlanta [Estados Unidos]”, cuenta.
“Estando allá, investigué a través de la terapia de dónde venían mis conceptos de belleza y por qué eran tan cerrados, porque creía que los biquinis eran para las flacas y no se podía romper la regla”, señala.
el triunfo sobre un parque
Luego de estar en dicho grupo de apoyo, que retó todas sus creencias de lo que es ser “bella”, en 2010 María Raquel decidió retar nuevamente a Orlando y al parque que a sus 15 años le restringió su diversión.
“Volví al Wet n´ Wild con un fotógrafo y un camarógrafo. Por primera vez me puse un biquini para el video y entré en un estado de trance. Cambié mi mentalidad y lo formulé como una obra”, dice.
En el parque, con 32 años, vio “el mundo diferente”, cuenta. “No era la única con sobrepeso, con ´imperfecciones´ o con un cuerpo no tradicional, según dictan los medios de comunicación”, asegura.
En el videoarte en formato loop, María Raquel Cochez hace un performance en el que, tal como si fuera niña, se desliza por todos los toboganes del Wet n´ Wild.
“Cada vez que hago una de estas obras, donde yo soy mi sujeto, cambio mi mentalidad. Hay una presión sobre las imágenes que creemos que debemos alcanzar y ese es el punto de partida de la muestra”, dice.
Si bien su última exhibición, “Little fat girl” (2012), reflejaba los traumas, sensaciones y repercusiones de ser una niña con sobrepeso, “Wet n´ Wild” no analiza tanto sobre la comida, sino lo contrario, es un triunfo sobre ella y una liberación.
Comer comida chatarra, mojada, con vestido de baño, crea en el sujeto un estado de vulnerabilidad, porque “comer en público por placer es un tabú, sobre todo si estás gorda”.
“En este show se trata sobre el cuerpo; es la sensación de sentirte cómoda con tu cuerpo en un parque, aunque la comida esta ahí, porque ese es mi trade mark”, asegura.
“Wet n´ Wild” es una conquista sobre la vergüenza corporal, y una prueba de ello es “Wet T-shirt (With silicon implants and silicon explant)”, donde Cochez se representa “con las ´tetas´ de Pamela Anderson, aunque son mis senos, porque yo también soy digna de un wet t-shirt”, dice firmemente.
