“A don Carlos lo fotografié durante 27 años en diferentes partes del mundo”, así comenzaba su discurso el fotoperiodista Rogelio Cuéllar, rodeado de invitados que habían asistido a la inauguración de su exposición en honor a su coterráneo Carlos Fuentes.
Son 20 retratos, algunos de ellos fueron tomados en la década de 1970, cuando el fotógrafo hizo salir al laureado escritor y su esposa, Silvia Lemus, a pasear por las calles parisinas.
La exposición está colgada en el salón que adquirió desde el pasado martes el nombre del autor de la novela La Muerte de Artemio Cruz. Se aprecia a un Fuentes sonriente de espaldas a su biblioteca. En otras, aparece junto a su amor entrañable: Silvia, cada uno con paraguas a cuestas. Más allá aparece Gabriel García Márquez charlando con Carlos Fuentes, ambos representantes del boom latinoamericano de las letras.
La mayoría de los retratos son en blanco y negro, porque el maestro Cuéllar se decanta por “jugar con la luz”.
El trabajo de seguimiento y amistad con Fuentes, quien fuera embajador mexicano en Francia (1975-1977), lo calificó como “un privilegio”, siendo el cámara un becario en aquel momento. Admitió que este lazo le llevó a conocer al filósofo rumano Emil Cioran, a quien le sacó 30 fotos. “Carlos me va llevando de una historia a otra”, dijo para resumir en esta retrospectiva una larga lista de artistas a los que tuvo acceso gracias a Fuentes.
De aquellas incursiones con su cámara Cuéllar, de 66 años, pasó a ser cineasta, publicista y artista plástico, y editó hace dos años el libro El rostro de las letras, en donde reúne 150 retratos de escritores contemporáneos iberoamericanos que trabajaron en México, como lo fueron Gabriel García Márquez y Julio Cortázar.
El maestro detuvo su discurso porque no resistía las ganas de fotografíar a quienes le rodeaban. Sacando su cámara de la mochila dejó encandilado a más de uno en el salón Carlos Fuentes en la Embajada de México en Panamá.
