Puede que, sin saberlo, usted sea parte de la última corriente de la moda. ¿Se asombra? ¿Qué? ¿Usted no sigue ningún modelo? Con mayor razón.
Es el llamado normcore, la política de los que simplemente han decidido desvincularse de cualquier fanatismo hacia las innumerables propuestas salidas de las pasarelas al momento de elegir una prenda para cubrirse el cuerpo.
Mientras la industria textil hace ingentes esfuerzos por captar adeptos, a los seguidores del normcore parece hacerle más guiño la tendencia simplista que más bien es asociada a la contraparte del fashionismo.
El confort y el ahorro del tiempo parecen ser los factores más acuciantes para quienes comulgan con o sin intención con la antimoda.
No se trata de bajo presupuestos. El normcore ha sido insignia de representantes o poderosos para nada desconocidos en el globo, como el genio de la tecnología móvil Steve Jobs; el fundador y CEO de Facebook, Mark Zuckerberg; el cantante de la agrupación Maroon 5, Adam Levine, o el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Personalidades que imprimen una pinta radical en su vestimenta y que de seguro su armario se limita a uno o dos bloques de colores sobrios o modelos repetitivos, por no decir monótonos.
Los estudiosos que observan el mercado de la indumentaria moderna no dudan en apuntar que los antimodas con su habitual práctica consolidan su identidad ante sus espectadores, algo acuñado en el mundo digital con el término de personal branding o marca personal.
“Muchas personas no piensan mucho a la hora de escoger una prenda de vestir y sienten que no son parte del mundo de la moda, pero, no es así, definitivamente la forma de vestir es parte integral de nuestra marca personal”, rebate la consultora en mercadotecnia digital Elsie Muñoz.
