Un grupo de científicos australianos afirma haber encontrado una combinación de tratamientos que puede frenar el avance y la propagación hacia otros órganos del melanoma, el tipo de cáncer de piel más letal que existe.
Los resultados, dos pruebas de fármacos dirigidas por el Instituto Australiano del Melanoma, con sede en Sídney, mostraron su efectividad a la hora de impedir la propagación en pacientes que estaban en el tercer estadio de la enfermedad, cuyos tumores habían sido removidos.
Hasta ahora, estos pacientes tenían un alto riesgo, de entre 40% y 70%, de que la enfermedad avanzara y fuera letal.
“Los resultados de las pruebas clínicas sugieren que podemos frenar la enfermedad en su avance, impidiendo de forma efectiva que se propague y salvando así muchas vidas”, dijo Georgina Long, directora del instituto en un estudio publicado ayer en la revista New England Journal of Medicine.
“Nuestro objetivo final, que es hacer que el melanoma se convierta en algo crónico y no una enfermedad letal, está ahora más cerca”, agregó.
Uno de cada tres personas con cáncer sufre un tipo de enfermedad maligna en la piel, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. Australia tiene la mayor incidencia de melanomas del mundo. Aunque el 90% de los pacientes se curan cuando se les extirpa la fuente del cáncer mediante una cirugía, el restante 10% sufre una propagación de la enfermedad si esta se detecta muy tardíamente.
“Hasta ahora, los pacientes con melanoma en fase III, cuyos tumores han sido extirpados solo podían contar con esperar, para ver si el melanoma había hecho metástasis o se había extendido”, dijo Long.
Los investigadores realizaron dos pruebas de 12 meses de duración, una basada en inmunoterapia y la otra con una combinación de medicamentos. Ambos probaron su efectividad a la hora de prevenir que la enfermedad se extendiera. Una de ellas, con la terapia combinada de dabrafenib y trametinib, logró bloquear la acción de un gen específico, el BRAF, que es un agente conductor del melanoma. Esta técnica no sólo impidió la recaída en pacientes con un melanoma de fase III cuyos tumores habían sido extirpados, sino que incrementó la tasa de supervivencia, mostró el estudio.
