Actualmente muchas especies de animales silvestres están siendo afectadas por la pérdida de su hábitat, la deforestación y fragmentación de bosques, la cacería, el cambio climático y otros factores que contribuyen a la disminución de sus poblaciones.
De las seis especies de felinos silvestres que se han reportado en Panamá, el jaguar está entre los más amenazados, sobre todo por la cacería de sus presas y la deforestación, que inciden en que se den conflictos con los ganaderos que ocupan áreas cercanas a los bosques.
Elliott Brown, estudiante de la Universidad de Panamá, presentó recientemente su tesis de licenciatura en Biología con orientación en Biología ambiental, en la que aporta nueva información sobre los aspectos ecológicos de los felinos y sus presas en el área protegida de Narganá, en la comarca Guna Yala.
Asesorado por el biólogo Ricardo Moreno, quien ha estudiado por más de 15 años los felinos de Panamá y en Costa Rica, Brown muestreó unos 12km2 en Nusagandí, Narganá. En esta zona hay bosque muy húmedo tropical, bosque húmedo premontano y bosque tropical húmedo. Dividió el área en tres senderos, en los que estableció 17 estaciones o puntos de muestreo, tomando como base las huellas y heces de los animales que son presas de los felinos.
Utilizó cámaras trampa con sensores de temperatura y movimiento para comprobar la presencia de felinos silvestres y obtener información, como su índice de abundancia y actividad circadiana, así como también de sus presas. Las cámaras, que funcionaban 24 horas, se ubicaron a 40 cm del suelo y a una distancia de 4 a 5 metros del sendero.
Según Brown, en esta zona se han registrado, desde 1986 a la fecha, unas 30 especies de reptiles y anfibios, 420 especies de avifauna y 58 de mamíferos. En su trabajo registró 15 especies de mamíferos, de las cuales hubo cinco especies de felinos (ocelote, tigrillo, jaguar, puma y tigrillo congo). El puma fue el más abundante, lo que puede atribuirse a que son más oportunistas comparados con otros felinos, y a que el estudio se hizo en la estación seca y el puma prefiere este tipo de ambiente. Mientras que el jaguar, que fue el menos abundante, sí necesita zonas húmedas.
En su opinión, tres factores podrían estar afectando al gato más grande del continente en esta parte del país: la cacería del jaguar, de sus presas y la pérdida y fragmentación de su hábitat.
De las presas del jaguar, las principales que se observaron fueron el ñeque, saíno y el conejo pintado. Se vio que el tigrillo congo presenta más actividad diurna.
Para complementar la información, Brown realizó unas 40 entrevistas en comunidades de Cartí, donde se les preguntó a los pobladores si sabían de la presencia de los felinos. El 60% afirmó que sí sabía o que al menos había escuchado al respecto; 30% dijo que sí sabía que había “tigres” y 10% que no sabía, por lo que Brown recomienda reforzar la educación ambiental.
Y aunque en esta parte del país parece que la cacería no es intensiva ni comercial, sino de subsistencia y esporádica debido a que los pobladores practican otras actividades económicas como el turismo, la cacería de las especies que sirven de presa a los grandes felinos podría llevar más adelante a una competencia directa y generar conflictos con los pobladores. Uno de los objetivos con este trabajo es presentar un artículo científico antes de que termine el año.
Moreno destacó en la presentación que aspiran a continuar haciendo estudios de este tipo y que Guna Yala sería uno de los lugares más sencillos donde se podrían capturar jaguares para ponerles un collar y seguir sus movimientos.
