¿Tienen las tecnologías de información y comunicación (TIC) algún beneficio concreto para las poblaciones de menor condición socioeconómica y educativa, o solo son herramientas de trabajo, promotoras del ocio y meras commodities en un mundo consumista que se perfila hacia la era de internet de las cosas y la inteligencia artificial? ¿Podrían convertirse las TIC en la “caña” para que jóvenes desempleados y “ninis” puedan “pescar” un futuro mejor, quizás hasta convertirse en empresarios innovadores?
El próximo 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información. Este año el tema es “Espíritu empresarial en el sector de las TIC en aras del impacto social”.
De acuerdo con el sitio web de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, en el sector TIC, tanto los empresarios como las empresas nuevas y las Pymes (pequeñas y medianas empresas) tienen un rol fundamental en el crecimiento económico “sostenible e integrador”. Si bien este rol puede traducirse en iniciativas de responsabilidad social empresarial, becas y capacitación, esta es solo una parte de la ecuación en la cual el Estado y la academia también deben articular esfuerzos para alcanzar una verdadera sociedad de la información.
El Dr. Nicolás Samaniego, Decano de Facultad de Ingeniería de Sistemas Computacionales de la Universidad Tecnológica de Panamá, expresa que el sector TIC es uno de los campos con mayor incremento en demanda de recurso humano en el país.
“Su campo de acción es difícilmente enumerable, el espacio para los jóvenes va desde la sencillez de un soporte técnico hasta lo complejo de las especialidades como la seguridad informática, el diseño de aplicaciones o la gestión de proyectos TIC. Desde el punto de vista de desarrollo y particularmente el social, la formación en el área TIC abre las puertas para un gran número de plazas de empleo, bien remuneradas, que permiten reducir el empleo informal; la formación de empresas propias, o mejorar sectores como el educativo”.
Menciona como ejemplos el caso de la plataforma educativa Ayudinga, y en el sector salud, aplicaciones que traducen frases en lengua gnäbe para atención primaria a pacientes de la comarca, y el monitoreo automatizado de pacientes en terapia física.
»¿Qué hace falta en Panamá para que las nuevas tecnologías sean la base de otras opciones económicas, y cómo podría mejorarse esto desde la academia?
En Panamá requerimos mayor apoyo a la investigación y al desarrollo de prototipos de nuevas tecnologías. Existe recurso humano con capacidad para generar nuevas tecnologías; la UTP desarrolla un considerable esfuerzo por promover la generación de patentes, el desarrollo de proyectos de investigación, el intercambio de conocimiento, la actualización de planes y programas; pero preocupa el poco respaldo que se le da a instituciones como la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), que son el único medio local para lograr apoyo económico para los proyectos de innovación, teniendo la desventaja de que nuestro crecimiento económico provoca que no seamos los primeros en ser considerados al momento de solicitar apoyo económico internacional.
Algunas ideas innovadoras que han desarrollado estudiantes de la UTP con un enfoque social incluyen, por ejemplo, la aplicación del diccionario guna, el traductor en lengua gnäbe, el proyecto de identificación de brotes de enfermedades por el análisis de redes sociales, el seguimiento de las fisioterapias de manera automática, semáforos inteligentes y estaciones meteorológicas basadas en Arduino. “Su producción impactaría positivamente en diversos sectores vulnerables del país y la región”, señala Samaniego.
»¿Cuáles son los retos para lograr, a través de las TIC, un desarrollo más sostenible?
Los retos para un desarrollo sostenible son muchos, pero en un país como el nuestro un muy buen paso sería un compromiso de Estado hacia la investigación. No hay desarrollo sin investigación, esta es una premisa básica, no habrá investigación con resultados oportunos si no hay recursos, los cuales deben estar disponibles sin cortapisas, ni sujetos a los vaivenes políticos. Solo así tendremos agua potable suficiente, un sector agropecuario fortalecido, una convivencia con la naturaleza armónica y una sociedad verdaderamente civilizada, en donde todos, sin distinciones, tienen acceso a todas las facilidades y recursos que la tecnología brinda.
