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CINE

‘John Wick’, más que balas

‘John Wick’, más que balas
‘John Wick’, más que balas

Más de 100 disparos a la cabeza. Unos 400 enemigos eliminados usando armas sofisticadas como la Glock 17, la AR-15 o la Benelli M4. Cuando se anda corto de armamento bien funcionan un cuchillo o un lápiz para acabar con los malos.

En una lectura superficial, la trilogía cinematográfica de John Wick (2014, 2017 y 2019) es un mero ejercicio de corte gore y gótico sin mucho más que ofrecer al espectador que disparos y un reguero de cadáveres.

Aunque, como lo demostró el director Quentin Tarantino desde los días de Reservoir Dog (1994), la violencia sangrienta también es capaz de transmitir un discurso estético propio (más uno que otro mensaje social) y que el género de acción tiene la capacidad de trascender las balas que vuelan en una escena de alta intensidad.

Experiencia propia

Antes de ser cineasta, Chad Stahelski ha sido director de fotografía, encargado de la segunda unidad de rodajes, y sobre todo, doble de acción y coreógrafo de escenas de combates. Sí, el hombre sabe dar golpes que parezcan reales ante la cámara y diseña para otros las secuencias de puños y patadas. Por lo que se toma a pecho las brillantes e ingeniosas coreografías violentas en ‘John Wick’.



Lo literario

Las entregas de John Wick están repletas de referencias literarias y audiovisuales. Por ejemplo, el educado recepcionista del hotel Continental se llama Caronte, sí, como el barquero de la mitología griega que guiaba a las almas por el río Aqueronte.

El pasado del personaje central (un John Wick que intentó ser una persona pacífica y normal) está rodeado de misterios (aunque alguno se desvela en la tercera parte titulada Parabellum), pero su lema de vida se resume en un tatuaje que tiene entre los omoplatos: Fortis Fortuna Adiuvat (La suerte favorece al valiente).

Esta cita es una paráfrasis que usaron dos creadores de la antigüedad: el autor romano de comedias Publio Terencio Afro y el poeta romano Virgilio (la Eneida).

‘John Wick’, más que balas
‘John Wick’, más que balas

Lo audiovisual

El director Chad Stahelski, responsable de los filmes de John Wick, es un alumno aventajado de Tarantino, por lo que es del cine de donde toma la mayor cantidad de elementos presentados en sus producciones.

Por ejemplo, el Club Rojo, escenario de una de las tantas peleas, es un homenaje al thriller policíaco Le Cercle Rouge (1970), escrita y dirigida por Jean-Pierre Melville.

O la escena cumbre del segundo capítulo, cuando pelean John Wick (Keanu Reeves) con Ares (Ruby Rose), es una referencia directa a Operación Dragón (1973, de Robert Clouse), uno de los clásicos de las películas de artes marciales sobre mafias del maestro Bruce Lee.

Esta saga tiene algo del subgénero italiano llamado poliziottesco, en boga entre 1960 y 1980, cuando se criticaba el sistema judicial a través del papel de la policía para encubrir o estorbar o ser unos inútiles al encaminar a la justicia.

De Italia también echa mano Chad Stahelski para infringir ese halo enigmático y de antihéroe solitario a John Wick. Eso lo hizo como nadie el maestro Sergio Leone en sus spaghetti westerns (otro subgénero), en particular en aquellas donde participó como intérprete Clint Eastwood.

Que John Wick use saco y corbata cuando va a trabajar (a asesinar para estar claros) viste de negro, otra referencia a Tarantino, así como a Die Hard (1988, de John McTiernan) y pasando por largometrajes como The Devil's Advocate (1997, de Taylor Hackford, protagonizada por Keanu Reeves) y las tres Matrix, de las hermanas Wachowski, también con Reeve).

Un tercer subgénero (esta vez del Hong Kong de los años 1980) siempre usado en John Wick es el heoric bloodshed, donde las escenas de peleas cuerpo a cuerpo y usando armas de ligero peso lograron un alto nivel coreográfico y en el que sus protagonistas son “buenos criminales” que basan sus actos en estrictos códigos éticos. Como muestras ver las películas de John Woo y Ringo Lam.

El concepto de John Wick como un demonio cool que reside en un mundo sombrío, rodeado de seres malévolos, tiene un tanto del estilo de terror fantástico del videojuego Devil May Cray.

De paso, Keanu Reeves asegura que el 95% de todas las escenas de peleas las llevó a cabo él y no un doble de acción como es la norma.


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