Antes de los Transformers, antes del Festival de los Robots, cuando los zords de los Power Rangers no eran ni siquiera una propuesta amorfa, apareció Mazinger Z en las páginas del semanario de manga japonés Shonen Jump. Su padre fue el dibujante Go Nagai. Era el 12 de septiembre de 1972.
La historia recoge que el impacto de Mazinger fue tal que unos meses después del debut impreso, ya estaba lista la serie animada para televisión, con Koji Kabuto, Sayaka, Boss y Dr. Infierno. Se produjeron menos de 100 episodios hasta 1974, y son los que se siguen transmitiendo hoy día.
Así, Mazinger Z se convirtió en el primer héroe robótico que extendió su popularidad por todo el mundo, abriendo un universo en el que convergían acción, aventura, fantasía y ciencia ficción. Luego llegaron Optimus Prime, Megatron, Robocop, Terminator y decenas de seres metálicos, muchos con aires kitsch.
Esta semana Mazinger Z cumplirá 40 años, muy vivo en la memoria colectiva, presente en las parrillas televisivas y convertido en un ícono vintage de la cultura pop. En su honor existen estatuas, tiene su espacio en el Salón Internacional del Cómic en España y hasta una enciclopedia. Todo un objeto de culto.
La mejor prueba del éxito de un personaje a través del tiempo es seguir intacto en la simpatía general, a pesar de que su espacio en la TV se haya cancelado hace décadas, resalta el animador Pedro Caicedo, director del Instituto Superior de Animación y Diseño.
Además de ser una novedad en la década de 1970, el gancho de Mazinger Z fue unir una máquina antropomórfica con un humano (Koji Kabuto) y la lucha contra la maldad, destaca el experto en cómics Jorge Atencio. “¿Qué niño de la época no iba a alucinar con esa fórmula que fue la base de todo lo que se hizo después en materia de héroes robóticos”, apunta.
Es que algo tienen los robots que son capaces de capturar audiencias. Lo hicieron antes y lo siguen haciendo ahora.
