Murciélagos, buenos aprendices

Murciélagos, buenos aprendices
Barrett Klein estudia los efectos del sueño en avispas y murciélagos. LA PRENSA/Iván Uribe.


Científicos de todo el mundo estudian en Panamá los murciélagos, ya que en los trópicos hay una mayor diversidad de especies que en las zonas templadas. Se conocen unas mil 300 especies de ellos; algunas se alimentan de néctar, otros de frutos, insectos, ranas, peces e, incluso, de otros murciélagos, y muy pocas, de sangre.

Rachel Page es investigadora del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (Stri) y de la Universidad de McGill de Canadá, y tiene interés en el comportamiento, la capacidad cognitiva de los animales y las interacciones de depredadores y presas. En la naturaleza, los depredadores se valen de señales para detectar y ubicar a sus presas y determinar si son aptas para comer. Las presas emiten señales que advierten a los depredadores de su inapetencia, como en el caso de los pájaros que evitan a las mariposas monarcas.

Algunos depredadores “espían” o escuchan otras señales que no van dirigidas a ellos, por ejemplo, los ruidos que hacen las presas cuando se desplazan, como un ratón en la hojarasca; y sonidos como aquellos para atraer pareja. Diferentes estudios han mostrado que existen aspectos evolutivos involucrados en estas señales, pero aún no son del todo conocidos.

En la isla de Barro Colorado y en el Parque Nacional Soberanía de Panamá, Page, junto con otros científicos, ha estudiado la relación entre el murciélago Trachops cirrhosus (murciélago ranero o de franja de labios) y la rana túngara, y han hallado que este mamífero alado prefiere los llamados complejos de la rana y que es un aprendiz rápido, flexible y con una buena memoria. Incluso, pueden detectar y evaluar a sus presas con distintas modalidades sensoriales.

Para llegar a estas conclusiones, capturan murciélagos con redes de niebla en el bosque, los cuales son marcados o implantados con un microchip. En un laboratorio de Gamboa, unos 19 científicos hacen diversos experimentos con los murciélagos y hasta con avispas. Victoria Flores, de la Universidad de Chicago, cuenta que entre las 6:30 p.m. y las 3:00 a.m., pesan a los murciélagos, los filman, monitorean que estén comiendo bien y no estén estresados.

Las ranas túngara emiten dos tipos de sonidos: uno simple, como “tun”, y otro más complejo, que se escucha como “tun-ga-ra”. Tanto los murciélagos como las ranas hembras prefieren los cantos más largos, pero las ranas macho solo los emiten cuando el riesgo de depredación es bajo o si compiten con otros machos.

En jaulas de vuelo de unos 5m x 5m y de 2.5m de altura, rodeadas de malla y un pedazo de tela negro donde se prensan los murciélagos, los científicos les colocan bocinas que reproducen el canto de las ranas. Algunos estudios han demostrado que con solo el llamado de las ranas, este murciélago puede discriminar cuáles son venenosas o muy grandes para comer. Es decir, hacen asociaciones entre el llamado de las presas y su calidad. Los errores pueden ser letales.

Para saber si estas asociaciones están fijadas en esta especie o si son flexibles, Page usó las bocinas y, modificando el volumen del estímulo, condicionó a los murciélagos, que inicialmente solo respondían al llamado de la rana, para que también acudieran al del sapo de caña, venenoso y grande. Esto revela que el murciélago es flexible en sus asociaciones sobre sus presas. Pero, ¿cómo se forman estas asociaciones? “Puede ser por ensayo y error, transferencia vertical entre madre y cría...”, dice Page, quien también analizó si una nueva respuesta ante los llamados de las presas podía transferirse entre miembros de un grupo. Entrenando a un murciélago como “tutor”, vio que sí es posible que este le enseñe a otro a responder al llamado de un sapo.

Otros estudios revelan que al ser condicionados con sonidos similares al de un celular, los murciélagos son capaces de recordarlo, incluso, después de uno o dos años de haberlos liberado. Quizás esta flexibilidad en las asociaciones con sus presas y la capacidad de recordación sean beneficiosas para ellos, ya que viven muchos años.

También se ha comprobado que este mamífero alado usa varias modalidades sensoriales para detectar y ubicar a su presa: señales acústicas, ecolocación y señales químicas para evaluar el sabor de la presa. El murciélago rechaza una rana túngara si esta ha sido cubierta con la secreción de un sapo venenoso, por ejemplo.

Incluso, los científicos han usado una rana robótica con un saco vocal que se infla para estudiar la evaluación que hace el murciélago de sus presas, y han visto que este prefiere acudir a los llamados de la rana cuando perciben las ondas que producen las túngaras al inflar y desinflar el saco vocal como lo hacen el agua, que cuando solo escuchan el llamado.

La relación secuencial de varios tipos de señales reduce el riesgo de errores costosos para este mamífero.

EL SUEÑO Y EL COMPORTAMIENTO

Función.

Barret Klein, de la Univer- sidad de Winsconsin-La Crosse, estudia los efectos del sueño en insectos sociales como avispas y hormigas. En colaboración con Page y William Wcislo, de Stri está investigando en Panamá la biología y ecología del sueño en avispas y murciélagos. “No se conoce a ciencia cierta la función del sueño, ni siquiera en humanos. La clave de este proyecto es analizar el sueño en diferentes organismos y cómo este influye, por ejemplo, en el aprendizaje de los murciélagos. En un experimento vemos hasta qué punto el murciélago responde a un estímulo mientras duerme, y así entendemos mejor la profundidad de su sueño. También vemos cómo este influye en que el animal no esté estresado o se alimente bien. Esta información es importante para entender el comportamiento, detalla.

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