Con sol o sombra, los muros y las ventanas de un edificio producirán la electricidad que necesita. Este sueño ecologista se ha hecho realidad en un proyecto industrial lanzado por una joven investigadora y empresaria polaca.
Pocos habían oído hablar de “la perovskita” hasta hace apenas cinco años, pero las propiedades de este material están revolucionando el acceso a la energía solar.
“En nuestra opinión, las células solares (a base de) perovskita tienen el potencial de remediar la pobreza energética mundial”, declara Mohammad Khaja Nazeeruddin, profesor del instituto de ciencias e ingeniería química de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza.
Son placas solares ligeras, flexibles, eficaces, con un nivel de transparencia y color variable, baratas, se podrían instalar en un ordenador, en un coche, dron, nave espacial o edificio, incluso en su interior. Su producción industrial está a punto de comenzar.
En 2013, la joven polaca Olga Malinkiewicz preparaba el doctorado, creó una célula foltovoltaica colocando una capa de perovskitas por evaporación y luego usando la impresión por inyección.
“¡Fue dar en el clavo! ¡Ya no se necesitaban altas temperaturas para poner una capa fotovoltaica sobre un tipo de soporte!”, cuenta a la AFP. Un hallazgo recompensado con galardones.
El gigante sueco Skanska, que ha hecho pruebas en condiciones reales en un edificio de Varsovia, acaba de firmar un contrato de explotación de esta tecnología para todos sus mercados en Europa, Estados Unidos y Canadá.
