La morada arqueológica fue bautizada como Casa de los amantes al descubrir una inscripción situada a la derecha del ingreso principal que reza: “los amantes, como las abejas, pasan una vida dulce como la miel. Ojalá fuera así”. El epígrafe lo completan tres nombres masculinos, lo que ha llevado a los expertos a suponer que la estructura hiciera las veces de burdel.
En cualquier caso, es uno de los lugares más emblemáticos de Pompeya, Italia, sobre todo por la belleza de los frescos que decoran el “triclinium”, la zona de la casa en la que los antiguos romanos disfrutaban recostados de sus almuerzos y fiestas.
Uno de ellos prefigura precisamente una de estas escenas costumbristas de un banquete en el que dos de los invitados, que están almorzando distinguidos entre almohadones, se funden en un beso.
El complejo arqueológico –que inició tardíamente a excavarse en 1987 sin llegar nunca a completarse– está compuesto por numerosas habitaciones conectadas a su vez con una panadería que desemboca en un magnífico peristilo, un patio típico de las construcciones ricas del Imperio romano rodeado por columnas con un jardín simétrico.
Esta maravilla solo pudo ser visitada con reserva durante ocho meses en 2010. Los trabajos de reconstrucción de la Casa de los amantes comenzarán nuevamente este año gracias al plan denominado Gran Proyecto Pompeya, financiado por la Unión Europea.
Está previsto que terminen en torno al 2020. Pero antes de que comiencen, la domus de mil 500 m2 abrió sus puertas al público en homenaje a San Valentín.
La furia del volcán sepultó en el año 79 d.C. toda señal de civilización en la ciudad romana situada en el golfo de Nápoles que fue redescubierta en 1748 y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.
Los muertos de Pompeya siempre han sido una de las imágenes más contundentes y atractivas de la ciudad. En la Casa de los amantes, por ejemplo, se encontraron los esqueletos de una mula y seis burros que hacían rodar las piedras del molino con el que el panadero producía la harina.
Cuando comenzaron las primeras excavaciones, durante los siglos XVIII y XIX, las expediciones arqueológicas se estremecían, como lo hacen hoy los turistas, reconstruyendo algunas historias del intento de fuga.
La técnica de rellenar los huecos dejados por la carne y las ropas en descomposición con yeso permite recomponer las expresiones lúgubres de las víctimas.
En los estratos de piedra pómez se descubrieron casi 400 cadáveres y cerca de 700 entre los restos solidificados por el flujo piroclástico.
Por ejemplo, cerca del Foro de Pompeya –centro de la vida social de los romanos– se hallaron cuatro cadáveres, presumiblemente de la misma familia que intentaban escapar.
El padre, un hombre corpulento, encabezaba la huida. Se había cubierto con un manto para protegerse de la lluvia de cenizas que impregnó el cielo en pocos segundos y con él llevaba una cantidad considerable de dinero. Tras él, sus dos hijas y su mujer se habían remangado el vestido para correr más fácilmente.
El 2016 fue un año de oro para el patrimonio artístico italiano. Pompeya es detrás del Coliseo el segundo monumento más visitado del país de la bota: 3 millones 209 mil 89 ingresos el año pasado, lo que supone un 7.5% más que en el año anterior.






