Tras más de un año de la publicación de la nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española (RAE), el pasado 17 diciembre de 2010, es un buen momento para conocer cuál ha sido la acogida y aplicación de estos cambios.
En un sondeo no científico, realizado por prensa.com, en el que participaron 508 lectores, la mayoría (42%) respondió que no aplicaba las nuevas normas, mientras que el 37% aseguró no conocerlas. El 21% restante dijo sí aplicarlas.
Muchos de los consultados en el sondeo dejaron sus comentarios diversos sobre el tema. “Las aplico en lo que me acuerdo”, “utilizo las que tiene Word” o “no les han dado difusión”, “esa ocurrencia de no tildar el vocablo ´solo´ hace que la RAE pierda toda credibilidad” y “no es fácil, de la noche a la mañana, borrar lo aprendido y usado por años” y “no las sé ni me importa” fueron algunos de ellos.
Entre las modificaciones al idioma que trajo la obra, está la reducción del alfabeto a 27 letras, excluyendo los dígrafos “ch” y “ll”; la eliminación de la tilde entre números y en palabras consideradas monosílabas para efectos ortográficos, cualquiera sea su forma de pronunciación, como guion, hui, riais, Sion, truhan y fie.
También se unificó la denominación de algunas consonantes, el adverbio “solo” en ningún caso tendrá tilde, tampoco la llevarán los pronombres demostrativos (ese, este, aquel, esta) “incluso en casos de posible ambigüedad” con su forma adjetiva, expuso la RAE.
En palabras de su coordinador, Salvador Gutiérrez Ordóñez, la obra aspira a ser “coherente con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales”, y aunque hay innovaciones en comparación con la edición de 1999, no es “revolucionaria”.
Fuentes consultadas explican el porqué del rechazo a los cambios. VEA 2B
