De las salsas frías, por supuesto que la mayonesa es la reina. Pero hay un problemita con ella en estas latitudes: que como se hace con huevo crudo, especialmente si estamos hablando de la casera, pues es peligrosa si se consume dañada.
Y es aquí donde entra en juego otra “salsa fría” francesa, la sauce gribiche, que es como la prima de la mayonesa, pero en esteroides.
Yo la encuentro muy útil para servir encima de vegetales, como puerros hervidos, donde hace una vinagreta perfecta; o los clásicos espárragos, ya que es mucho más fácil de ejecutar que la holandesa que, si no te has dado cuenta, siempre se quiebra cuando andas en apuros. Además, sustituyo a veces espárragos por habichuelas, porque, ¿les has visto el precio a los espárragos?
Los franceses, por supuesto, la comen adictivamente con tête de veau, pero por alguna razón mis invitados alegan vegetarianismo cuando se les pasa la cabeza de ternera. Y los italianos me matarían si les cuento que me he sentido tentada a sustituir la gribiche por la salsa verde de una bagna cauda.
