El thriller Tarde para la ira se coronó como la mejor película española en los premios Goya, en una gala que, no obstante, se rindió ante la magia de Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, que arrasó con nueve premios.
Relato de venganza con un eficaz elenco de actores, la ópera prima de Raúl Arévalo consiguió el galardón principal en la 31ª edición de los Goya, los Óscar de España, pero también otras tres estatuillas, incluida la de mejor director novel.
En una gala por momentos reivindicativa para exigir más atención del Estado al cine y mayor porcentaje de pantalla para las mujeres, Tarde para la ira se impuso como mejor película sobre la favorita, Un monstruo viene a verme, una cinta en inglés protagonizada por Sigourney Weaver y Liam Neeson que fue la más taquillera de 2016 en España.
Pero también triunfó sobre el drama Julieta de Pedro Almodóvar, el más internacional de los cineastas españoles que no obstante debió resignarse a ver que su regreso al cine de mujeres fuertes lograra de la Academia española solo un premio de siete nominaciones, el de mejor actriz para Emma Suárez.
“Es un honor recibir este reconocimiento frente a estas grandes películas”, señaló la productora de Tarde para la ira Beatriz Bodega al recoger el busto del pintor Francisco de Goya, mientras en su butaca Arévalo se enjugaba las lágrimas.
En la gala, en el Hotel Marriott Auditorium de Madrid, el drama sobre un niño al que un gigante imaginario ayuda a sobrellevar la tristeza por el cáncer de la madre le otorgó su tercer Goya al mejor director a Bayona.
Basada en la novela homónima de Patrick Ness y con unos poderosos efectos especiales, una cuidada banda sonora y secuencias de animación, Un monstruo viene a verme se llevó todos los premios consagrados a los aspectos técnicos a los que aspiraba. Tras un primer triunfo en los Goya hace 21 años, Emma Suárez tuvo una noche espléndida: se impuso como mejor intérprete femenina como una sufrida madre de nombre Julieta, bajo la dirección de Pedro Almodóvar, y también fue honrada como mejor actriz de reparto, por su papel en La próxima piel.
Otro veterano de la pantalla grande, Roberto Álamo, se alzó con el Goya a mejor actor, por su torturado y agresivo inspector en el thriller Que Dios nos perdone.

