Zonas marino-costeras y el cambio climático

Zonas marino-costeras y el cambio climático


En el mundo, las zonas marino-costeras están expuestas a fuertes oleajes y vientos, al aumento del nivel del mar y de la intensidad de lluvias, huracanes y tormentas; a la erosión, contaminación y salinización. Panamá no está libre de esta realidad. Y es posible que el cambio climático potencie la vulnerabilidad a los desastres en las comunidades cercanas a las costas, especialmente si se pierden valiosos ecosistemas como los manglares, que brindan protección.

Esta semana, funcionarios de varias instituciones se reunieron en el evento “Diálogo de políticas”, organizado por el proyecto “Protección de Reservas y Sumideros de Carbono en los Manglares y Áreas Protegidas de Panamá”, con el fin de discutir las amenazas y soluciones de adaptación al cambio climático en las zonas marino-costeras del país, y generar una “hoja de ruta” con oportunidades y soluciones.

Entre las propuestas mencionadas se incluyen la necesidad de una planificación conjunta para el desarrollo marino-costero, que tome en cuenta la gestión de riesgo, el ordenamiento territorial y la educación ambiental; mejorar la coordinación interinstitucional; impulsar la descentralización, de fondos y del rol de las autoridades locales; y la recuperación de áreas afectadas y sobreexplotadas.

También se entregó la publicación Guía práctica para la adaptación al cambio climático en zonas marino-costeras del Pacífico panameño, que contiene información dividida en tres pasos para lograr que las comunidades “fortalezcan su resiliencia” frente al clima y se adapten al cambio climático. Esta guía está dirigida a quienes trabajan en organizaciones o instituciones cercanas a las comunidades costeras.

Antes de ejecutar acciones, es clave “conocer las condiciones de riesgo de la zona marino-costera, los factores climáticos y no climáticos”, como detalla el primer paso. También, “identificar los servicios ambientales que permiten adaptarse al cambio climático y minimizar el calentamiento global”, y formular estrategias, planes y medidas de adaptación basadas en los ecosistemas, y que contribuyan a la captación de gases de efecto invernadero.

La vicealcaldesa del Municipio de Panamá, Raisa Banfield, una de las panelistas en el evento, explica que, producto de algunos estudios con el BID, se identificó que en la ciudad capital la principal vulnerabilidad son las inundaciones, particularmente en el corregimiento de Juan Díaz, lo cual confirmaba lo que se había recopilado estadísticamente en los últimos 20 años.

Un estudio del Instituto Hidráulico de Cantabria a lo largo del recorrido del río Juan Díaz, desde la avenida Domingo Díaz hasta el corredor Sur, reveló una serie de medidas necesarias y diseños –validados por varias instituciones– para crear reservorios de agua, retenes, zonas de drenaje y de recuperación de áreas, para devolverle los niveles de seguridad hídrica a comunidades como Ciudad Radial, como la tenían en la década de 1960, detalla Banfield.

El proyecto, que está en la fase de elaboración de términos de referencia para licitar, incluye medidas de mitigación, correcciones que tienen que hacer los desarrollos existentes y zonas pobladas que hay que reubicar, un trabajo en conjunto con el Ministerio de Vivienda. Para llevarlo a cabo se necesitan 50 millones de dólares.

Pero el Municipio de Panamá no cuenta con esos fondos. “Una posibilidad sería que el gobierno central le traspase los recursos al municipio, ya que se haría una obra pública que mejoraría las condiciones del área y que ayudaría al gobierno central a resolver un problema de décadas, o que se pueda hacer un contrato de diseño y construcción financiable, para pagarse en un período de tiempo”.

Además se establecieron medidas a corto plazo, como los dragados. Pero, recalca Banfield, además de estas propuestas, también se deben proteger los manglares frente al corredor Sur. “No debemos quedarnos en la discusión política, sino aterrizar”.

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