Mientras en Nueva York un musical da vida a Nina Simone, la reina del soul, sus luchas y sus heridas íntimas, entre bambalinas se libra una batalla legal sobre la propiedad de las canciones emblemáticas de este icono antirracista.
“Siempre le dijeron a Nina Simone que estuviera sentadita y calladita: ‘¡haces demasiado ruido! ‘¡eres una negra enojada’. Mi misión era traer todo este ruido al escenario y responder a algunas preguntas: ¿por qué era tan inestable y estaba enojada y triste?”, explicó Laiona Michelle, que canta, baila e interpreta a la diva en Little girl blue, exhibido en un pequeño teatro del New World Stages.
Feeling good, Ain’t got no - I got Life, Love me or leave me, Don’t let me be misunderstood... durante dos horas, la actriz, que ha escrito el espectáculo, deleita al público con su voz cálida y las exitosas canciones que labraron la leyenda de Nina.
También explora la vida fuera del palco de Eunice Waymon, nombre real de la artista, nacida en 1933 en Carolina del Norte. Dotada para el canto y el piano clásico, tuvo que renunciar a una carrera profesional de pianista al no lograr entrar en un conservatorio en Filadelfia. Dolida, siempre lo achacó al racismo imperante.
El espectáculo no edulcora el calvario que vivió Simone ni las palizas que le daba su marido y representante, Andrew Stroud, ni sus problemas mentales.
También reivindica su radicalización. La cantante no escondía que no estaba a favor de la “no violencia”. En una actuación en 1969, preguntó al “pueblo negro: ¿están dispuestos a quemar edificios?”.
Tras bambalinas
Sin embargo, en la obra, que empieza durante un concierto en abril de 1968, con la conmoción por el asesinato de Martin Luther King Jr, no se puede interpretar las canciones que compuso Nina Simone y que se convirtieron en emblemas del movimiento por los derechos civiles.
Es el caso de Mississipi Goddam, una de las más célebres, que escribió en reacción al incendio provocado en 1963 por el Ku Klux Klan en una iglesia en Alabama, en el que murieron cuatro jóvenes negras.
Esto se debe a la imposibilidad de obtener los derechos de autor de la canción. El equipo de Little girl blue le echa la culpa al abogado californiano Steven Ames Brown, quien asesoró a Nina sobre el final de sus días.
El abogado se presenta como “el administrador desde 1988 de su catálogo” musical. Simone, fallecida en 2003, cedió sus derechos a un fondo caritativo que sigue existiendo.
En un correo a la AFP, Brown no escatima críticas contra Little girl blue, espectáculo que tilda de “ficticio, superficial y que no hace justicia” con su “amiga”. Sin ofrecer fechas, pide a los fans que aguarden para “la obra basada en su autobiografía (que) será representada en Nueva York y Londres”. Un espectáculo que, promete, será “fiel a su vida como ella la manifestó”.
El equipo de Little girl blue, que ya fue representado con éxito en 2019 en Nueva Jersey, cree que es más legítimo. “Nina era una mujer negra y esta obra está escrita e interpretada por una mujer negra que quiere hacer un homenaje a un icono que pertenece a la cultura histórica de los negros”, dijo el productor Rashad V. Chambers. “Merecemos ser dueños de nuestra historia”, agregó, y dijo que sospecha que el abogado ha cedido a una oferta más interesante.
“Esta gente no entiende en absoluto su vida”, responde Steven Ames Brown.
Para la obra, el problema es relativo, ya que Simone escribió su leyenda con interpretaciones de canciones escritas por otras personas, más accesibles en términos de derechos. Y después de 17 canciones, entre ellas la melancólica Little girl blue, o Black is the colour, el público aplaude de pie.
Así, Laiona Michelle quiere llevar su obra a uno de los teatros más prestigiosos de Broadway, en New York, donde los formatos biopic celebran ya a artistas como Bob Dylan, Tina Turner o Michael Jackson.
“Es ahí donde Nina Simone merece estar. En los grandes escenarios”, sentenció.


