El legado que dejó la Unión Soviética y sus países satélites en sus ciudadanos no sólo se manifiesta a través de lo intangible —en forma de recuerdos, sobre cómo se vivía dentro de un sistema socialista de gobierno— sino que también permanece de manera física en los edificios que sirvieron para albergar residenciales e instituciones estatales, y lugares de recreación (cines, estadios, etc.).
Para rescatar la memoria en torno a este tipo de arquitectura modernista, el Buró de Arte e Investigación Urbana de Rumanía desarolla una iniciativa a través de la cuenta de Instagram @socialistmodernism. En esta cuenta, que amasa, a la fecha, unos 416 mil seguidores, se han compilado miles de fotografías alusivas a este estilo constructivo.
Los organizadores de la iniciativa aseguran que enfocan sus esfuerzos en la divulgación de este tipo de arquitectura (modernismo socialista) con la finalidad de proteger la herencia física y promover la investigación de los edificios construidos a lo largo de los países del antiguo este soviético, entre los años 1955 y 1991.
El proyecto no solo consiste en la conservación de estos sitios sino en la formulación de propuestas de políticas dirigidas a establecer regulaciones para proteger este patrimonio histórico y educar a las autoridades locales y a la población de estos países sobre la importancia de su preservación.

El diario ruso The Moscow Times señala que aquellos edificios construidos con el estilo arquitectónico del Socialist Modernism se caracterizaban por desafiar las tradiciones comunes de la arquitectura. Afirma además que el espacio exterior y la tecnología moderna jugaron un papel determinante en la inspiración de aquellos arquitectos como Karl-Ernst Swora y Rainer Hanslik, que pusieron una impronta optimista y creativa.
El modernismo socialista surgió como una contrapropuesta a la arquitectura estalinista caracterizada por su ornamentación así como por un estilo imperial.
Uno de los monumentos más significativos es el de Buzludzha —ubicado en medio de las montañas búlgaras— que, a simple vista, tiene forma de un ovni en franco deterioro. Este lugar —que destaca por sus mosaicos que glorifican el período soviético— fue construido para establecerse como un centro de convenciones. Después de la caída del gobierno socialista en 1989, el lugar fue abandonado, dando paso al vandalismo.
El profesor de restauración y conservación del departamento de Ciencias del Arte, la Tecnología y la Conservación de la Universidad de Múnich, Alemania Thomas Danzl —quien lidera un grupo junto con la suborganización de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y la Fundación Proyecto Buzludzha— declaró al diario australiano Mirage que si bien este es un monumento políticamente controversial para ser restaurado y conservado, dicha edificación es parte de la historia e identidad del país.
“Borrar la historia no es beneficioso. Cuándo la memoria material se borra, queda un vacío, un hueco que ruega ser llenado, y ahí permanece un peligro pero también aparece una oportunidad”, afirmó Danzl.


