“Vamos a tocar el cielo como la primera vez”, se entona en Verano, el nuevo sencillo de la banda española La Oreja de Van Gogh, que este año celebra dos décadas de carrera.
Después de siete álbumes de estudio y cientos de conciertos, la agrupación asegura estar en el punto más alto de su carrera y presenta Planeta imaginario, que como le comentó a este diario su baterista, Haritz Garde, es un disco lleno de fusiones musicales, con canciones acústicas y electrónicas, donde dominan las baladas.
El nombre del disco es una alegoría a ese pequeño mundo que han creado entre ellos, y como expresó Garde, es su pequeño planeta.
“Tenemos nuestro mundo dentro del mundo. Nuestro ‘planeta imaginario’. Con nuestro propio idioma, donde de alguna manera nos entendemos casi que sin hablar. Y nos gustaba mucho esa figura. Nos gusta como suena, y creemos que es un nombre bonito”, relata.
La banda planea hacer promoción este año por México, Argentina y Chile, y para el próximo año empezaran una gira por España y el resto de América Latina.
¿Cree que este álbum es una celebración o una bienvenida?
No lo hemos planteado así, pero podría ser. Siempre hay motivos de celebración. 20 años de amistad, que es lo más importante, y seguir haciendo música, es un motivo de celebración. Pero también queremos que sea un motivo de continuación y seguir como hasta ahora, con la misma o más ilusión, ya que cada vez somos más conscientes de lo afortunados que somos.
¿Cuál es la diferencia entre la banda de ahora y la de hace 20 años?
Creo que nuestra filosofía, la manera de crear, y “eso” que nos unía, sigue intacto. Éramos cinco amigos que hacíamos canciones de manera artesanal, y seguimos igual, encerrados, haciendo música y aprendiendo. Lo que ha cambiado es que vas ganando experiencias, que te hacen crecer como persona también.
Y esto cambia un poco los temas de los que hablas y la manera de decir las cosas. Te vas volviendo más exigente, y lo que antes dabas por bueno, ahora le das mil vueltas hasta tenerlo tan perfecto como quieres. Pierdes la frescura inicial, pero ganas en otros aspectos.
¿Por qué cree que la banda superó la partida de Amaia?
No sabría decirte cuál ha sido la clave, pero nosotros seguimos trabajando como siempre, con la misma ilusión, y tuvimos la suerte de que entró Leire, que desde el primer minuto entendió cómo funcionaba el grupo y le dio una energía nueva. Los fanáticos se dieron cuenta de que el grupo seguía igual. Al final, si una canción es buena y gusta, va palante, no importa quién la cante.
¿Existe algún tema obligatorio en sus conciertos?
Hay temas emblemáticos como Rosas o La playa, que si no las tocamos se nos subiría la gente al escenario a tirarnos cosas. Pero tenemos la suerte de que a cada quien le gusta una canción diferente, y siempre nos dicen que nos faltó tocar tales canciones. Aunque claro, eso también sería imposible, porque de hacerlo también nos echarían cosas por pasados. Siempre intentamos contentar a todo el mundo, y tocamos las que creemos que son imprescindibles.
¿Cree que exista algo más, aparte del idioma, que los una a América Latina?
Sí. Nosotros nos sentimos más cerca en América, en Panamá mismo, que de Francia, que lo tenemos a media hora de nuestra casa. No solo por el idioma, sino culturalmente. Tenemos el mismo sentido del humor, la forma de ser de la gente, nos vemos muy reflejados allí, y cuando vamos nos sentimos prácticamente como en casa.
Si pudiera decirle algo a la banda de hace 20 años, ¿qué sería?
Buena pregunta, joder, es difícil... Pienso que hemos tenido la suerte de que entre todos nos hemos sabido llevar muy bien y estamos en el punto donde pienso que queríamos estar hace 20 años. Hemos disfrutado cada etapa, cada momento. Pero si algo nos diría es: “disfruten cada minuto al máximo”, que es algo impresionante lo que estamos viviendo, y “seguid así”, haciendo lo que nos gusta, lo que queremos y sale del corazón.
