Uno de los aspectos más interesantes de Berlín es su historia. ¡Y vaya que la Stasi tiene historia! El Ministerio para la Seguridad del Estado (Stasi) era la policía secreta del Partido Socialista Unificado Alemán. Tenía 91 mil empleados oficiales y 180 mil “colaboradores” o informantes, además de 17 cárceles preventivas, que eran dirigidas desde la sede en Berlín-Hohenschönhausen.
La Stasi espiaba a gran parte de la población de la antigua RDA. Informes sobre sus actividades, cartas, etc., todo era manejado con un complejo sistema de clasificación. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, trataron de destruir los expedientes, muchos fueron triturados y otros procesados con agua hasta convertirlos en pulpa. Activistas alemanes reclamaron sus archivos y detuvieron la destrucción. Querían saber qué información tenía la Stasi, quiénes los habían traicionado y hasta conocer el destino de familiares. Se creó una Agencia de la Comisión Federal para los Archivos de la Stasi y hoy día, los archivos están abiertos para los interesados. Pero de las 16 mil bolsas recuperadas con papeles rotos a mano, se reconstruyeron manualmente unas 400. La reconstrucción virtual apenas está empezando, va por alrededor de 20 a 22 bolsas. Se espera tener fondos para crear una máquina que permita hacer esta tarea más rápido mediante algoritmos. En el edificio de los archivos se pueden ver cartillas de clasificación, postales, cartas, libros que reproducen expedientes y hasta maletas.
Para complementar un poco la historia, es buena idea visitar el Museo de la Stasi y el sitio conmemorativo Berlín-Hohenschönhausen, donde inicialmente había un comedor de asistencia social para los nacionalsocialistas y luego fue una cárcel. El edificio terminado en 1939 fue confiscado por los soviéticos en 1945. Sirvió como campo de detención y tránsito para unos 20 mil prisioneros: espías, terroristas, activistas del nacionalsocialismo, miembros de la policía o del servicio secreto, funcionarios de la administración y cualquiera considerado “elemento hostil”. Muchos eran detenidos por años sin un proceso judicial. Allí se practicó la tortura física y luego, psicológica. En los pasillos hay bombillos rojos y verdes, ya que cuando traían a un preso las luces advertían. La idea era que ningún prisionero viera a otro. En octubre de 1990 se cerró la cárcel y antiguos prisioneros impulsaron la creación de un sitio conmemorativo. Así, en 1992 fue declarado monumento histórico y en 1994, lugar conmemorativo. Hoy día, en sus instalaciones se promueve la investigación sobre la historia de la cárcel entre 1945 y 1989, y se fomenta a través de eventos y publicaciones la reflexión sobre la persecución política durante la dictadura comunista.

















