Aristides Ureña Ramos rememora que durante la década de 1980 en Panamá “las salas de las casa matriz de cada banco se lucían con espectaculares exhibiciones de artes, donde artistas emergentes y consolidados mostraban sus creaciones”.
El creador istmeño opina que el fervor de esos días “son documentos imprescindibles para estudiar la historia de las expresiones artísticas y de la pintura en Panamá”.
Este nacido en la provincia de Veraguas fue partícipe “en esos andares y fue la casa matriz de la Caja de Ahorro la que me brindó un fuerte apoyo con la presentación de mis primeros ciclos pictóricos. En 1984 fue el caso de ‘El ballet del cabrón’, seguido de ‘Premisas’ en la Caja de Ahorro de Marbella en 1986, para regresar a la sede central con ‘Barrococonuances’ en 1988”.
“El vínculo que me liga al banco de la familia panameña viene desde hace años. Me acompañó en mi crecimiento profesional y eso es un grande mérito para mí”, comenta quien residió por varios lustros en Europa.
Ahora regresa a la casa matriz de esta institución bancaria nacional. Del 12 al 26 de septiembre compartirá su muestra individual “Creole Panamá”.
LAS HERENCIAS DE UN TERRUÑO
La cultura popular y la naturaleza del istmo son dos factores esenciales para comprender la génesis de la serie “Creole Panamá”, ciclo a la que pertenecen las obras de esta individual que tendrá Aristides Ureña Ramos, del 12 al 26 de septiembre, en la Caja de Ahorros ubicada en la vía España.
“Panamá es un país de increíble riqueza en su biodiversidad. Somos un alambique mágico compuesto por muchas diversidades. Ese humus maravilloso se une a un pasado rico de tradiciones que muchos tratamos de conservar y exaltar. Somos un país que solo una mente divina pudo imaginar, pues el panameño ha construido con mucho amor este paraíso terrenal, lugar de paz y de trabajo, donde hemos visto crecer a nuestros hijos y a los hijos de todo aquel que se esfuerce en esta fe”, opina este artista.
MARAVILLAS
Destaca que el país tiene a su favor “una herencia única en el mundo: cosmopolita y abierto a acoger todas las culturas, y esa esencia muchas veces no viene reflejada en las artes”.
Por eso, “Creole Panamá” intenta exaltar a través de nuestra esencia “la rica tradición, las expresiones populares, los iconos y el hombre panameño dentro de su maravilloso ecosistema natural y de una variada fauna”.
LLUVIAS
En “Creole Panamá” hay espacio para “la magia que producen los chaparrones y los vendavales lluviosos, los que representan esa mística abrazadora que nos lleva a pensar que de tanta lluvia, pareciera que nos vamos a transformar en peces”.
En sus pinturas queda retratado una patria “azotada por improvisos temporales, atormentados por inmerecidos diluvios; un terruño donde a una bella mañana se nos oscurece los cielos con inclementes tormentas, alimentando torrentes e inundaciones; un país donde las duras pruebas nos hacen sonreír al regresar un espléndido y brillante sol. Las oscuras nubes y sus lluvias son el acoso incierto, la dura prueba que todo panameño debe superar”.
JUICIO SEVERO
La crítica social también tiene un lugar relevante e indispensable en su trabajo artístico, y “Creole Panamá” no es la excepción.
No concibe las artes como unas simples creaciones decorativas.
“Creo en la función histórica de las artes y eso me uniforma de muchas responsabilidades, porque me expone al juicio severo y preparado de nuestros mejores intelectuales y al veto de los demás”, indica.
“La importancia de nuestras propuestas busca la estimulación del intelecto de muchos, del abandono a la apatía hacia las artes de algunos, porque una de las primeras funciones que conllevan las artes es la de sorprender e interrogarse, para poder educar”, afirma el maestro Aristides Ureña Ramos.
PROCESO
“Es casi una década en que insisto en marcar con el título de ‘Creole’ mis últimas creaciones. Ello se debe a que estoy más enfocado en la exaltación de los elementos que componen mi cultura nacional. Por ello notamos que los iconos, los símbolos, los signos y los cuentos populares están más remarcados al interno de mis últimas obras”, dijo en el 2015.
Desde el inicio de su carrera artística, los ciclos pictóricos “eran una necesidad para crear una red de búsquedas, que capturaran aquellos elementos pertenecientes a la memoria colectiva latinoamericana, y de esta manera poder proyectarlo a la vasta cultura universal, donde lo incierto era territorio por conquistar. Hoy me veo más disciplinado en la exploración profunda de las expresiones criollas, donde ‘lo local’ es estímulo más claro para mis ciclos pictóricos”.
Ahora Ureña Ramos explora otras aventuras enmarcadas en ciclos como “Cinta Costera” y “República Popular de Panamá”.