La metralla de obuses que antaño caían en los campos de batalla, provocando muerte y destrucción en el Líbano, tiene ahora una nueva vida, transformada por un artista libanés, Charles Nassar, que detesta esos objetos, pero que al mismo tiempo los ama.
Nassar decidió transformar los vestigios de la guerra en esculturas que celebren la memoria y las tradiciones.
En Remhala, al sur de Beirut, Nassar, de 54 años, expone decenas de obras de arte en su jardín.

Restos de cohetes, metralla de obús y vainas de munición servidas, se reencarnan como un violinista, un agricultor arando su campo o un gallo con cola ondulada y la cabeza lista para propulsar un misil.
El pequeño país multiconfesional vivió varios conflictos en las últimas décadas.
En el país cayó lluvia de metal durante la guerra civil (1975-1990), luego durante el conflicto de 2006 entre el movimiento chiita libanés Hizbulá e Israel y al año siguiente durante los enfrentamientos en un campo palestino.
Representaciones de su abuela y otras personas del pasado del artista están expuestas en su jardín.

En un rincón, una escultura de su abuela recogiendo caracoles está junto a la de su padre que ordeña una vaca.
Nassar comenzó esculpiendo figuras en Beirut, pero luego de la guerra decidió exponerlas en sus tierras de Remhala. El escultor creó 250 obras, de las cuales vendió 150 y trabaja ahora para reemplazarlas.
“No quiero que la gente recuerde la guerra”, asegura Nassar.

