Cuando Deborah Wizel vio un anuncio comercial que exaltaba la belleza de la mujer panameña, no descubrió la esencia ni la realidad de las istmeñas en las figuras delgadas y casi perfectas que allí se resaltaban.
La publicidad le dio un golpe que la hizo reflexionar. “¿Dónde está la mujer caderona, la flaquita, la gorda, la que no tiene cirugías, la tatuada?”, se preguntó. Fue así como nació la idea de hacer “Mujeres al natural”.
Inspirada en la película Calendar Girls, Wizel decidió hacer un calendario de mujeres comunes y corrientes, naturales, que no estuvieran retocadas con photoshop.
El calendario, ideado y confeccionado en su totalidad por mujeres, incluye los desnudos artísticos de figuras que han trabajado por el arte y la cultura en Panamá, quienes participaron del proyecto de forma voluntaria. Las imágenes son de la autoría de la fotógrafa Vanat.
La fecha de lanzamiento del calendario está programada para el 11 de marzo de este año, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Hasta ayer martes, se estaba utilizando la plataforma de crowdfunding www.costea.me para recoger los fondos que ayudasen a cubrir los costos de imprenta, lugares y fotografía.
Lo recaudado de la venta de los calendarios será a beneficio de las actividades de Fundación Casa Matria, una organización no gubernamental, sin fines de lucro, que trabaja por la equidad de género y los derechos sexuales y reproductivos.
Entre sus proyectos está la atención a víctimas de violencia sexual. La fundación es coordinada por Valentina Anitnelav.
El calendario, que comienza en marzo de este año y termina en febrero de 2015 e incluye 16 fotografías, tendrá un valor de 10 dólares y estará a la venta en Weil Art, CoworkingPTY, en diversas galerías de arte y a través de las redes sociales.
Protesta
Según Deborah Wizel, directora del proyecto, el 98% de las mujeres se sienten excluidas de los parámetros de belleza, lo que trae consigo desórdenes alimenticios y otros problemas de la salud, identificados por la Asociación Médica de Estados Unidos. La obsesión por alcanzar los parámetros de belleza puede resultar perjudicial para el bienestar general, aseguró Wizel.
