Tam O’Braan tuvo varias vidas. Después de haber sido soldado, agroquímico y empresario, ahora cultiva té al pie de las Highlands escocesas, con un éxito que da envidia a todos los que alguna vez lo trataron de loco.
Cuatro años después de sus inicios en Dalreoch, una granja de cría de ovejas, el té blanco con un toque ahumado producido por este irlandés recibió en 2015 la medalla de oro en una feria especializada en París.
Desde entonces, O’Braan vende su té a las casas más prestigiosas, como Mariage Frères o Fortnum & Mason, y a hoteles de lujo, como el Dorchester en Londres.
“Varios especialistas nos habían asegurado que sería imposible, que estábamos locos y que jamás lo lograríamos”.
En el siglo XIX, el botanista escocés Robert Fortune, famoso por haber llevado plantas de té chino a India, decía, al contrario, que era posible cultivar té en Escocia, pero no logró hacerlo al no disponer de las plantas adecuadas.
Decidido a no cometer los mismos errores, Tam O’Braan importóárboles de té que crecen al pie del Himalaya (Camellia sinensis sinensis) y los fue adaptando poco a poco al inclemente clima de Escocia.
O’Braan extrajo las semillas de esta planta y las hizo crecer en un pequeño invernadero sin calefacción. “Volvimos a estas plantas resistentes a la nieve, las hicimos más fuertes”, explica.
Una vez que las plantas de té se aclimatan, Escocia se convierte en un lugar perfecto para cultivarlas, con su niebla, su topografía accidentada y la riqueza de su tierra. El frío escocés tiene incluso sus ventajas, ya que impone un estrés a la planta que brinda al té blanco de Dalreoch “un sabor más bien dulce”, añade.
La cosecha, que recién acaba de empezar y terminará en septiembre, se centra en las hojas más jóvenes para el té blanco y en las hojas inferiores de las plantas para el té verde y negro.

