Desnudando el alma

Desnudando el alma
Rodrigo Méndez halló el arte como una vocación y un medio para hacer catarsis de lo que quería manifestar al mundo. Cortesía


El artista colombo-panameño Rodrigo Méndez siempre tuvo una vocación artística que se comenzó a definir desde que llegó por primera vez a Panamá los ocho años.

Dio sus primeros pasos en el arte cuando era pequeño y solía hacer dibujos de mujeres desnudas en su cuaderno, pasión que lo metió en problemas en el colegio. Cursaba el tercer grado.

Al servicio otros

Méndez participó en las subastas de la Fundación Oír es Vivir y de la Fundación Obsequio de Vida J. Thomas Ford. A esta última se sumó, ya que, de alguna manera, vivió el drama de los niños con cardiopatías congénitas a través de dos lentes: la abnegación de su suegro, quién fue cardiólogo, y la incertidumbre y preocupación de un amigo suyo, quién es padre de un hijo con una cardiopatía congénita.

Curiosamente, ese hecho y las habilidades artísticas que siempre tuvo lo llevaron a centrar una de las temáticas en las que se basa su obra.

Méndez, además, estuvo expuesto al arte clásico, ya que su madre regentaba una tienda de antigüedades en Marbella.

El hecho de hacer arte también le sirvió como medio para hacer catarsis de lo que en ese entonces, durante su niñez y juventud, era mal visto por la sociedad.

“Siempre he tenido una inclinación hacia el ámbito artístico y, la verdad, nunca me imaginé ganarme la vida de esta forma”, expresó.

Desnudando el alma
El propósito de los desnudos es poner el foco en la belleza y la estética del ser humano. Cortesía

Cuando estudió la carrera de Artes Visuales en la Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, Méndez pudo contrastar las limitaciones que tuvo durante su ambiente escolar y la incitación a la creatividad, un elemento que desarrolló en su alma mater.

“Fue como llegar y enfrentarme a realidades diferentes y esas realidades chocaban con las predisposiciones y los prejuicios que uno tiene y uno se da cuenta de que hay tantos modos de ver el mundo”, contó.

Méndez regresó a Panamá en 2020, y retomó la pintura, después de varios años, gracias al tiempo de reflexión que le brindó el confinamiento obligado por la pandemia de la Covid-19.

Primero empezó a realizar algunas creaciones en Instagram y después el éxito se ha ido presentando en las oportunidades que le dieron diversas galerías, como Habitante y Weil Art, para presentar sus obras.

Desnudando el alma
Las protagonistas de la obra de Méndez son las escenas cotidianas de la vida. Cortesía

La belleza humana

Uno de los elementos que caracterizan las obras del artista son los desnudos. Méndez aseguró que no se fija en el carácter erótico que puede generar algún tipo de morbo, sino que se concentra en la belleza y la estética del cuerpo humano.

Estos desnudos –al igual que otras obras de su colección– curiosamente vienen acompañados de un efecto visual similar al de una computadora cuando parte por pixeles una imagen que está siendo descargada o visualizada.

Más allá de los desnudos, el repertorio de retratos de Méndez –que también incluye a peces y frutas– busca brindar una conexión emocional con el espectador, que puede conectar con las fibras más íntimas de su ser.


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