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La última palabra

Domingo para leer

Esta columna, bautizada La última palabra, nació un domingo de 2002. En octubre. Cada domingo por 12 años. Los 5 años previos a la pandemia migró hacia el lunes, y con esta desgracia, retornamos al domingo, que es día del Señor. Ojalá (Oh, Alá, arabismo) nos favorezca la migración. Bendiciones a cada una de las personas, en esta industria e intercambio diarísticos, que posibilitan este encuentro dominical, y a cada uno de mis lectores.

Entre lunes y domingo. Lunes, brillante, ‘ser luminoso’, de Luna, y domingo, día del Señor. Brillantes y con la encomienda de Dios.

Domingo, sustantivo masculino, representa el séptimo y último día de la semana. Día feriado o festivo –y hasta sagrado- para los cristianos y, en general, para el mundo occidental. Es día fijo de culto o eucaristía.

Procede del latín tardío «dies dominĭcus», que literalmente significa día del Señor, en conmemoración del día en que Jesús resucitó.

En 2004, el estándar ISO estableció que la semana comienza el lunes y termina el domingo. Nuestra columna, migró de inicio de semana (lunes) al último día de semana (domingo). Quienes son religiosos, pueden desayunar, oír o ver misa y después leer La última palabra. No es mal programa para empezar la jornada.

Los primeros cristianos observaban el sábado como día de reposo, mientras que otros se reunían para el culto el domingo. En el año 363, las reuniones en el sábado como séptimo día fueron prohibidas por el Canon 29 del Sínodo de Laodicea. Jesús y sus seguidores (no virtuales) asistían a la sinagoga el sábado, tradición judía, y con los apóstoles, buró informal de avivamiento, el domingo -primer día de la semana- para la partición del pan (Hechos, 20:7). En 321, Constantino I el Grande, de Roma, claro, decretó que el ‘día del sol’ (actual domingo) sería observado como el día de reposo civil obligatorio (salvo para los campos), nada de celebración cristiana. En honor al Sol Invictus, divinidad pagana que había cobrado especial importancia en el culto imperial.

Trabajar domingo en la campiña porque suele acontecer que otro día no sea apto para la plantación o de viñas o de semillas. Que se amplíe esta orden a lecturas periodísticas, a este diario y, de forma particular, a La última palabra, sobreviviente –hasta nuevo aviso- de esta pandemia pandemoníaca –parientes etimológicas.

Durante 12 años, La última palabra estuvo en sintonía con el día del Señor (domingo), y también este año, cuyo nombre no escribiré. El día de descanso hoy es el ritual de este encuentro con la cultura idiomática y otros puntos de vista desde mi perspectiva particular, como autor de la columna, primero integrante de la revista Mosaico, después sección Mosaico Dominical y hoy Vivir +.

Los romanos copiaron el modelo de los antiguos mesopotámicos, tan astronómicos, para indicar los días de la semana, centrado en cuerpos celestes: lunes (Luna), martes (Marte), miércoles (Mercurio), jueves (Júpiter), viernes (Venus). El sábado proviene de sabat (día de descanso del judaísmo) y domingo (aporte del cristianismo).

El autor es docente, periodista y filólogo


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