Estresados, encerrados y maltratados. Un video difundido por un grupo ecologista ilustra la violencia que entraña el adiestramiento de los elefantes destinados a la jugosa industria del turismo en Tailandia.
Un elefante no obedece naturalmente, se somete. Para amaestrarlo con fines turísticos, el mahout (domador) utiliza la técnica denominada del “phajaan”, que consiste en “perturbarle la mente”.
Separado de su madre, sometido a un fuerte estrés, es encerrado en un recinto muy estrecho, atado con cuerdas y cadenas, según estas imágenes filmadas el año pasado con una cámara oculta en Tailandia, y publicadas esta semana por el grupo británico de defensa de los animales World Animal Protection (WAP).
El video muestra al mahout pinchando a un joven paquidermo con una varilla terminada en una punta de metal afilada para hacerle obedecer las órdenes básicas, lo que a veces provoca sangrados.
“El objetivo es obtener el dominio completo mediante recompensas y castigos. Hay que hacerle entender que desobedecer es doloroso”, señala un indignado Jan Schmidt-Burbach, integrante de WAP.
Transportar turistas sobre el lomo, bañarse con ellos, dar vueltas como en un circo: unos 3 mil elefantes son utilizados en el sector turístico de Tailandia.