La criatura humana empieza a explorar y a descubrir el mundo desde que está en el vientre de la madre. Desde allí se familiariza con un mundo desconocido que lo espera. Sonidos guturales, canciones de cuna, voces de ternura le dan la bienvenida antes del nacimiento. Luego viene ese primer contacto con el entorno donde aprende a reconocer las cosas de ese mundo con las que tendrá que vivir a diario. Los seres humanos le damos sentido a las cosas a través de los sentidos. Estamos construyendo esa relación entre el Yo y la naturaleza, constantemente.
El libro y la palabra son instrumentos que ayudan a presentar ese mundo. El libro es la puerta para entrar y descubrir territorios que no imaginamos. La poesía es la representación simbólica de la palabra escrita desde donde los seres humanos navegan y tienen experiencias de vida.
Ela Urriola ha escrito un libro de poemas para niños y jóvenes en el que nos presenta un pequeño fragmento del mundo. La obra se titula Las cosas de este mundo y mereció el Premio de Literatura Infantil y Juvenil Carlos Francisco Changmarín 2020. El poemario está dividido en dos partes; una para niños y la otra para jóvenes. Cada sección tiene 11 poemas.
Ella es escritora, pintora y filósofa. Posee un doctorado en Filosofía Sistemática por la Karlová Univerzita de Praga, y es profesora de Filosofía, Bioética y Estética en la Universidad de Panamá. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró con La nieve sobre la arena (2014), el Premio Nacional del Cuento José Maria Sánchez con Agujeros negros (2015), y nuevamente el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró con la obra La edad de la rosa (2018) y el Premio Escritora del Año-Anita Villalaz (2019). Además, su nombre aparece en varias antologías. Ha representado a Panamá en eventos internacionales y su obra cuenta con traducciones al francés, inglés, portugués y checo.
“ El libro y la palabra son instrumentos que ayudan a presentar ese mundo. El libro es la puerta para entrar y descubrir territorios que no imaginamos. La poesía es la representación simbólica de la palabra escrita desde donde los seres humanos navegan y tienen experiencias de vida”.
Con este sencillo libro para niños y jóvenes, Ela entra en la lista de las autoras que escriben literatura infantil en nuestro país. Aunque no estamos de acuerdo con el concepto que expresa el jurado en el fallo donde afirma que la función canónica de la literatura infantil es “servir de arma didáctica y de enseñanza en valores para aquellos niños y niñas en formación, sujetos de referentes morales que los engrandezca”, conforta saber que los jueces descubrieron las virtudes elementales del libro, que se basan en “construir presencias verbales” que logran crear imágenes que le presentan a la infancia el mundo y los atributos de la naturaleza.
Las cosas de este mundo es un libro que teje esas presencias con imágenes para sensibilizar y dar visibilidad, además de conciencia, de las pequeñas cosas de la vida que realmente importan. Cosas que los adultos hemos dejado de admirar porque hemos perdido la capacidad de asombro.
En el prólogo, la autora no solo nos comparte su noción de lo que significa la lectura para ella, esa “ventana al mundo”; también nos dice que esa ventana es la posibilidad para que los lectores, con la imaginación, sean los creadores de mejores mundos. Ela nos aclara: “Las cosas de este mundo es un poemario pensado para niños de todas las edades, pero especialmente para esos pequeños ciudadanos y jovencitos que en algún momento tendrán que encargarse del mundo real”. Allí radica el valor de su propuesta: poemas que ayudan a estos “pequeños ciudadanos” a tener un referente ético con la naturaleza, los otros, el territorio y los valores sin abusar de la poesía didáctica. Son poemas que aconsejan sin caer en el verso moralista.
Ela rescata la belleza de las cosas que realmente importan y que hemos dejado de apreciar como la naturaleza. En el poema El sol, dice: “El sol sonríe allá arriba, / Encendido como un farol:/ Nos dice cuándo es de día,/ Nos hace sentir calor” (...). Es poesía divertida: “Vamos todos a la playa,/ Es verano y hay balón,/ Mas no olviden en la casa/ La gorra y el bronceador”.
En la segunda parte del libro dedicado a los jóvenes, la poeta nos regala unos versos más maduros; menos infantiles porque su público es algo mayor. Es una poesía limpia que despierta el pensamiento. Toca temas como la tristeza, la pobreza, la naturaleza y lleva de la mano al lector por algunos paisajes y espacios donde el territorio nos acerca a la noción de patria.
En el poema La tristeza, la poeta empieza diciendo: “La tristeza es como la noche / Sometida al pulso del mundo, (...) La tristeza es vacío,/ El eco que pertenece al canto / Que no vuelve (...)”.
Es una poesía que un adolescente puede tolerar y reflexionar, que lo pone a pensar. En el poema La pobreza leemos: “Hay mucho frío en el mundo, Mucha hambre combatible,/ Muchas heridas que sanar”. En el poema Boquete, la poeta declara: “Hay caminos que huelen a miel y café;/ Hay flores multicolores,/ Y gente que sonríe bajo una lluvia que no moja...”. Retrata así con pinceles deletreantes los caminos y rincones del país.
Concluimos invitando a los lectores a conocer este nuevo poemario que ha sido escrito con amor y sentido estético por una autora que sabe presentar las cosas importantes del mundo a nuestros jóvenes y niños.
