La paleontología ha tomado un auge en Latinoamérica, especialmente en Panamá, donde una nueva generación de científicos se está capacitando en este campo, que busca conocer sobre los organismos del pasado a partir de sus restos fosilizados.
Esto también permite inferir hipótesis sobre los antiguos ecosistemas, el clima y los cambios que se dieron a través del tiempo, como el surgimiento del istmo de Panamá y sus efectos.
“No podemos referirnos a la paleontología sin mencionar a Mary Anning”, dijo el biólogo especialista en paleontología y malacología del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), Félix Rodríguez, en una charla esta semana.
Anning nació en 1799 y desde muy joven se dedicó a colectar fósiles del período jurásico en Lyme Regis (suroeste de Inglaterra), para venderlos. Autodidacta, sus hallazgos contribuyeron a tener un mejor entendimiento de la vida prehistórica.
Rodríguez destacó que, inicialmente, América Central no estaba en el escenario mundial de la paleontología. La construcción del ferrocarril en Panamá por 1850 y los trabajos iniciales para el Canal francés fueron clave para que despertara el interés por esta ciencia. En 1858 se dio el primer hallazgo fósil en Honduras. También los hubo en Guatemala y Panamá.
Alfonso Segura Paragua, de origen costarricense, sería el primer geólogo y paleontólogo de vertebrados en América Central. Él halló fósiles de elefantes que coexistieron en la región.
Por el año 1950, en una finca de Azuero, se encontraron fósiles de un perezoso que medía unos seis metros.
“Es interesante que la primera publicación sobre este animal fue en la revista Lotería”, indica Rodríguez.
Para 2014, otros investigadores reevaluaron los trabajos de la década de 1950 y estudiaron otros fósiles. Se hallaron mandíbulas, dientes y placas que corresponden al gliptodonte, parecido a un armadillo gigante.
Robert Stewart y Frank Whithmore publicaron en la revista Science en 1965 que los fósiles de vertebrados ya extintos que habían hallado en el área del Canal de Panamá, tenían relación con los de Norteamérica. Con base en esto, propusieron que el istmo de Panamá había sido una península que llegaba casi hasta Colombia.
Esta teoría fue reevaluada tras los hallazgos de fósiles en el área donde hoy está el puente Centenario. En 2008 los científicos Michael Kirby, Bruce McFadden y D. Jones rescataron dicha hipótesis.
Allí se habían hallado fósiles de la tibia de un rinoceronte extinto, molares y muchos fragmentos de las patas de animales rumiantes extintos que serían parecidos a los ciervos de ahora. Se presume que era un punto de cacería de los cocodrilos.
Todos estos fósiles dieron lugar a la propuesta del Gran Intercambio Biótico que se dio en América a través de Panamá.
ENTORNO MARINO
En 1986, los investigadores Jeremy Jackson y Anthony Coates fundaron el Proyecto de Paleontología de Panamá (PPP), y estudiaron los efectos de la emergencia del istmo de Panamá, concentrándose en zonas de Bocas del Toro, Colón, Darién y en Burica, en Chiriquí.
Ellos se dedicaron a los fósiles en las costas, algunos expuestos en canteras o con marea baja, y otros en las laderas de ríos como el Tuira y Chucunaque (Darién).
El PPP ha producido más de mil 200 publicaciones en 30 años. Otros investigadores se han ido sumando, como Aaron O’Dea (STRI), quien estudia los últimos 10 mil años a partir de arrecifes fósiles. O’Dea desarrolla un proyecto en las aguas del Caribe (@baselinecaribbean) y utiliza unos tubos de aluminio para extraer muestras de sedimentos marinos, en los cuales hay organismos o estructuras microscópicas que le permiten “reconstruir” cómo era el Gran Caribe.
Las espículas de las esponjas, los dentículos de la piel de los tiburones y los otolitos de los peces aportan datos sobre la diversidad de los arrecifes en el pasado.
Carlos Jaramillo, mediante un convenio con la ACP y STRI, pudo rescatar fósiles en el área de la ampliación del Canal, donde se encontraron restos del caballo forrajero, del “oso-perro” y de elefantes, que provenían del norte del continente. Aún se debate por qué se extinguieron estos animales.
Oris Rodríguez está aportando información de paleobotánica usando la microscopía electrónica.
Y Carlos De Gracia acaba de volver a Panamá, tras obtener su maestría en la Universidad de Praga. Él estudia los fósiles de peces como el marlín, en el área de Piña, en la costa abajo de Colón.
En septiembre de 2015 se publicó en la revista PeerJ (Nicholas D. Pyenson, et. al), el hallazgo de Isthminia panamensis, un nuevo fósil de un delfín de río encontrado en la costa del Caribe panameño por Dioselina Vigil. Esto abrió otro debate: ¿existía un gran delta que albergaba a estos animales?, ¿estaría cerrado el istmo de Panamá para esa época?
Hace unos meses se publicó otro estudio, en conjunto con el científico venezolano Orangel Aguilera, en el que se describen tres especies de peces que son nuevas para la ciencia y ya extintas.
Como indica Félix Rodríguez, “los hallazgos crean más incertidumbre para los investigadores”, y esto los impulsa a seguir buscando las pistas sobre el pasado.
