En el Centro Natural Punta Culebra viven tres tortugas sin nombre. A veces los asistentes más pequeños llaman a la tortuga verde (Chelonia mydas) Sammy, como el personaje principal de la película Sammy y el pasaje secreto.
Mientras que las dos tortugas carey (Eretmochelys imbricata), comparten el nombre de Crush, la tortuga de Buscando a Nemo.
Y aunque entre los personajes animados y los quelonioideos istmeños quizás no haya mayor parecido que formar parte de la familia de tortugas marinas, la vida de estas últimas bien podría inspirar su propia película.
Hace cuatro años, cuando llegaron a las instalaciones que forman parte del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, eran tan pequeñas que no sabían nadar, por lo que tuvieron que recibir cuidados y rehabilitación.
Esto a su vez se traduce en que no podrán regresar a su hábitat natural, porque sus posibilidades de supervivencia son muy bajas.
Pero el destino les tenía otra misión: ayudar para salvar a otras de su especie.

“Entre los varios programas que tiene el Smithsonian para conservar estas especies, se encuentra el programa abierto al público, donde el visitante de Punta Culebra puede interactuar con los animales, conocer de varios temas como por qué están en peligro de extinción, de esa manera son una herramienta de educación ambiental”, explica Álvaro González, guía en el centro natural.
En las mañanas, cuando suelen llegar las excursiones escolares, se puede ver a los niños corriendo al estanque donde residen las tortugas. Se pegan al vidrio y por un instante quedan atónitos ante ese primer contacto con los animales. “A veces hay personas que nunca han visto tortugas marinas y cuando las ven aquí sienten un afecto hacia ellas”, dice González, y agrega que este tipo de acercamientos ayuda a cambiar la mentalidad de las personas y persuadirlas de actos como consumir carne, huevos o productos derivados de este animal. “Es uno de nuestros propósitos, proporcionar ese contacto con la naturaleza”.
González explica que el efecto también varía mucho de la edad; entre niños y jóvenes es más fácil crear concienciación, ya que en una persona adulta para la cual es natural consumir ese tipo de productos, la tarea más es difícil.
Las tortugas, que fueron rescatadas en primera instancia por personal del Ministerio de Ambiente, pertenecen a dos de las seis familias de tortugas marinas que hay en el mundo. En las costas panameñas se han avistado cinco de ellas.
Amenazas
No solo la caza y comercialización del animal influye en su estatus de extinción. Otras actividades afectan su supervivencia. Las extracciones de arena o las construcciones en las costas modifican el paisaje en las que ellas desovan. “A veces, cuando se tiene casa en la playa se suele dejar las luces encendidas, esto puede confundir a la tortuga cuando sale del huevo, ya que por instinto se guía con el reflejo de la luz de la luna sobre el mar, pero dichas luminarias la pueden hacer tomar el camino contrario”, explica González que, entre otras cosas, pide un poco de concienciación a las personas que por “buscar un like” en redes sociales pueden llegar a estresar al animal. “Cuando la tortuga sale a desovar, no se puede perturbar, el ruido puede hacer que ellas se vayan. A veces las personas se les acercan demasiado, inclusive hay quienes se les paran encima en el caparazón para tomarse una foto”, alerta González.

Para tener un acercamiento donde el animal no salga perjudicado, se recomienda mantener una distancia prudente y no iluminarlas con las luces de los celulares para tomarles fotos. Los especialistas utilizan un filtro rojo especial para no molestarlas, pero si no tiene uno, González brinda el dato: “tomar papel de cocina, pintarlo con el esmalte rojo de uñas, y con una liga se amarra, para obtener un filtro rojo, cuya luz no afectará a la tortuga”.
Leyes
En 2008, Panamá aprobó la Ley 8 del 4 de enero en la que participa junto a otros países de la región de la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas, que entre sus cláusulas incluye la prohibición de la captura, retención o muerte intencionales de las tortugas marinas. Así como el consumo y comercio de su carne o derivados.
Además, el istmo es signatario de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, de la que forman parte 164 países alrededor del mundo y que brinda los conocimientos y herramientas para que de manera integral se logre el desarrollo económico, progreso humano y la conservación de la naturaleza.