Un homenaje en París al pintor David Solís

Un homenaje en París al pintor David Solís


La naturaleza pintada por David Solís es psíquica; parece tener alma propia.

Los paisajes nacen y se desarrollan en la mente de su autor antes de difundirse progresivamente en el lienzo.

El panorama natural va conquistando su espacio: los árboles estiran sus ramas en el aire y la luz se abre paso como puede.

Los troncos, los bejucos, las lianas y las raíces de Solís serán los protagonistas de una exposición en la Casa de América Latina de París (217, boulevard Saint-Germainque) que podrá visitarse desde hoy jueves 23 de mayo y hasta el 24 de julio.

Representante

Con motivo de la sexta edición de la Semana de América Latina y el Caribe, la capital francesa homenajea al artista panameño, que reta al espectador con un juego de perspectivas plasmadas en sus bosques primarios.

“Estoy feliz de representar a Panamá”, resume el pintor a este diario, previo a la apertura de esta individual.

La muestra se enmarca en la sexta edición de la Semana de América Latina, en la que Francia ensalza a la región con más de 500 eventos culturales, científicos, políticos, económicos y festivos.

“El hecho de vivir fuera hace que uno vuelva los ojos hacia los orígenes. Hay una reminiscencia de ciertas cosas de Panamá en mi obra”, explica el pintor, que estableció su estudio artístico en la ciudad de Montpellier (Francia) en la década de 1980, pero que mantiene una relación íntima con el istmo.

Su mirada va más allá de los estereotipos.

En sus cuadros no hay playas exóticas ni cocales que ilustren las vacaciones perfectas, sino un bosque muy denso y oscuro donde entra poca luz. Una visión que sorprende al espectador europeo.

Propuestas

La naturaleza está en el corazón de la propuesta de David Solís, que aborda la relación opresiva entre el hombre y su entorno. natural. Marlov Barrios, por su parte, define su trabajo como una alianza, sincrética entre el mundo maya, colonial y contemporáneo.



Sus trópicos

“Yo pinto mis trópicos. Me fijo en el ambiente, el aire, el agua, más que en lo anecdótico o pintoresco. No reproduzco la realidad. Pinto nuevas realidades que plasman mis sensaciones y vivencias. Mi obra cambia a medida que yo evoluciono”, explica el artista.

Para Solís, la “necesidad” de pintar selvas llegó cuando ya estaba residiendo en Francia.

“El hombre de América Latina siente cierto temor hacia la selva, pero a la vez siente atracción. Yo sentí esa atracción de manera más evidente cuando estaba lejos de Panamá”, manifiesta David Solís.

Su obra denuncia indirectamente el maltrato que sufre el medio ambiente en su país y en el mundo.

“Deforestamos la selva como si fuera nuestra propiedad”, lamenta el creador, quien comparte sala parisina con el guatemalteco Marlov Barrios.

Los linderos

“Linderos”, título de la exhibición que reúne cerca de 50 obras, propone una frontera movediza entre la selva tropical plena y el espacio vacío de antes de entrar en ella.

“Solís trabaja mucho con obsesiones. Su naturaleza está sumamente interiorizada. Muy ligada a sus recuerdos, no solo visuales, sino también sensoriales. Por ejemplo, la humedad está presente en sus cuadros. Esto es así porque nunca pinta directamente, todo pasa primero por sus sueños y recuerdos”, señala por su parte la comisaria de la exposición, Christina Chirouze Montenegro.

A sus bosques característicos se unen horizontes extensos, naturalezas muertas, semivanidades o extraños peces en los que la impronta humana se lee solo entre líneas.

Su técnica brillante subraya su herencia académica: grafito, pintura al óleo y pastel. Esta exposición es, además de un homenaje parisino al artista panameño, una invitación a un viaje íntimo entre la memoria y la profecía de quien vive lejos de su tierra.

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