Israel Ramos V., párroco de la iglesia San Antonio María Claret, del corregimiento capitalino de Pueblo Nuevo, estaba de visita formativa en la ciudad de Madrid (España) cuando supo la buena nueva: Panamá sería la sede de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Se trataba de aquel mensaje que dio el papa Francisco, ante 2 millones de personas que lo acompañaron en el Campus Misericordiae, a 13 kilómetros de distancia de Cracovia, donde ocurrió la misa final de esa Jornada Mundial de la Juventud y allí se supo que nuestro país sería la nueva sede.
Esta noticia puso alegre a Israel Ramos V. porque este evento, que se llevará a cabo del 22 al 27 de enero de 2019, será la ocasión de unir a los jóvenes católicos del planeta en un solo sitio, nuestro istmo, y contará con la presencia del papa Francisco, así como de otras autoridades eclesiásticas.
Inicio
El punto de partida de la JMJ fue cuando el papa Pablo VI reunió en Roma, en 1975, a miles de jóvenes.
Desde entonces ciudades como París, Roma, Manila, Toronto, Colonia, Santiago de Compostela, Sídney, Denver, Colonia, Río de Janeiro y Madrid han sido el hogar temporal de los peregrinos. Cracovia fue el sitio más reciente, cuando se llevó a cabo entre el 26 y el 31 de julio de 2016. Era la segunda JMJ que en Polonia se hacía presente, ya que en 1991 se dio en Częstochowa.
Los peregrinos viajarán en grupos grandes y pequeños
Iniciativa
Mientras que Marlon Corro Pimentel, coordinador técnico de la parroquia San Antonio María Claret para la Jornada Mundial de la Juventud, compartió que se trata de una iniciativa que debe llenar de alegría a toda la comunidad católica, porque es la oportunidad de estar unidos en la alegría de dar y en la oportunidad de aprender más sobre las enseñanzas de Jesús.
Tanto Israel Ramos V. como Marlon Corro Pimentel conversaron con la feligresía de San Antonio María Claret, en la primera de las reuniones informativas para todo aquel que desee ser voluntario de esta actividad y para los que quieran ser hogares de acogidas para los miles de peregrinos que vendrán a Panamá provenientes de más de 150 países.
Espacio
Marlon Corro Pimentel indicó que a San Antonio María Claret le tocó la responsabilidad de ubicar 740 peregrinos e incentivó a los panameños a que sigan apoyando ofreciendo sus hogares para acoger a estos muchachos de medio mundo que vienen a reforzar su fe católica, y de paso, van a crear nuevas relaciones de amistad con el pueblo panameño que se ha caracterizado por su solidaridad y su don de gente.
Lo importante es sacar el tiempo para compartir con los peregrinos, no solo con una oración o una reflexión de la palabra de Dios, sino también para conversar con ellos de diversos temas, para que ellos aprendan del país al que llegan y ellos a su vez hablarles sobre el país de donde provienen.
Corro Pimentel explicó que los peregrinos llegarán a cada una de las parroquias del país.
La inscripción e identificación de cada uno de ellos será validada en el sistema que manejará cada iglesia a través de los voluntarios que ayudarán en estas y otras labores.
Agrega que después de ese proceso, los chicos serán entregados a cada familia de acogida que previamente manifestó su deseo de tenerlos en sus casas.
“Ellos vienen con sus seguros médicos, cada parroquia se encargará de llevarlos y traerlos a los lugares de encuentro. Tampoco deben esperarlos en el aeropuerto o llevarlos al aeropuerto. Ellos solo quieren un lugar donde poder dormir”, anota Corro Pimentel.
Sin lujos
Ismael Ramos V., por su parte, destacó que solo se pide a los que acogen un espacio para los peregrinos y sus pocas pertenencias.
Advierte que no debe ser nada lujoso, solo un lugar seguro, cómodo y limpio donde los chicos puedan dormir y descansar.
Ramos V. recordó que no tienen que trasladarlos a los diversos eventos relacionados con la JMJ, ni darles alimentación, lo importante es darles cobijo, y de ser posible, compartir con ellos el mensaje de paz y amor de Jesús.
El sacerdote le comentó al público que asistió a aquella misa, que no deben preocuparse por los muchachos, lo que tienen que concentrarse es en recibirlos con los brazos y los corazones abiertos, pues se trata de personas confiables que han pasado por muchos filtros de control, y vienen con el único de deseo y propósito de crecer en la fe y en conocer a nuevas amistades.
Ramos V. indica que ofrecer un espacio y una sonrisa a un peregrino, es como recibir al propio hijo de Dios en nuestros hogares.
Recuerda que colaborar con la Jornada Mundial de la Juventud será una manera de ser agradecido con Dios por todo lo que hemos obtenido en la vida y por toda la ayuda que se nos brindado en el pasado.
El religioso está feliz que por segunda vez venga a Panamá un vicario de Cristo, ya que antes de Francisco nos visitó Juan Pablo II a mediados de la década de 1980.
La positiva oportunidad de poder compartir la fe y el amor
La Jornada Mundial de la Juventud es una celebración organizada por la Iglesia católica que une a jóvenes al estar juntos en un país distinto.
Durante esta actividad, los participantes intercambian y aprenden unos de otros.
No solo es un encuentro para los católicos; también cualquier persona interesada puede participar de este evento.
No importa su religión, su raza, su sexo o su clase social; todos tienen la oportunidad de compartir esta experiencia de fe y de esperanza.
El rango de edad recomendado para participar de la Jornada Mundial de la Juventud es de los 15 a 30 años.
Sin embargo, coordinadores de grupos, sacerdotes o religiosos, pueden ser de edades superiores.
En cada uno de los grupos, siempre habrá una persona que es la responsable del grupo y debe tener un mínimo de 18 años.Se pueden registrar grupos grandes así como pequeños.
Los peregrinos no se pueden registrar solos, deben formar parte de grupos organizados en otras comunidades o movimientos juveniles católicos en sus países.