El fuego crepita y una mujer chilla mientras las llamas abrasan su cuerpo. En las entrañas de la ciudad de Ribe, en el oeste de Dinamarca, un museo hace revivir el período oscuro de la caza de brujas.
Situado en la casa de un exinquisidor, a la vuelta de una pintoresca calle de esta ciudad medieval considerada durante mucho tiempo como la capital de la brujería del reino, el museo narra las persecuciones generalmente olvidadas en los libros de historia. Retrata una sociedad luterana muy creyente y supersticiosa, donde la magia, el miedo y la desconfianza se entrelazaban para alejar la ira divina.
En las 10 salas de exposición, escobas, amuletos, muñecas y calaveras se alternan con instrumentos de tortura y reproducciones animadas de los juicios, al ritmo de una música sobrecogedora: nada mejor para sumergirse en la caza de brujas europeas que tuvo lugar sobre todo en el siglo XVII.

