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La lección de ‘Suspense’, de Patricia Highsmith

La lección de ‘Suspense’, de Patricia Highsmith
‘Suspense’ es uno de los libros más importantes de la obra de Patricia Highsmith. Cortesía

“El presente libro no es un manual de instrucciones. Es imposible explicar cómo se escribe un buen libro, es decir, un libro que sea ameno. Pero esto es lo que hace que la profesión de escritor sea animada y apasionante: la constante posibilidad de fracasar”.

Así arranca Suspense (Anagrama, 1986), uno de los libros más importantes de la obra de Patricia Highsmith (1921-1995) por lo que tiene de revelador de su trabajo creativo y por las claves interpretativas que esta descripción ofrece a la hora de leer sus novelas y cuentos. Toda una lección de escritura que nos legó la creadora de Tom Ripley y que rescatamos en este año de su centenario: una obra recomendada para los que empiezan a escribir y para aquellos que quieran seguir mejorando en el oficio.

Este no es un libro fácil de leer para los que se quedan encantados con la primera parte de la frase citada, “es imposible explicar cómo se escribe un buen libro”, lugar donde es tentador querer esconder nuestra superficialidad a la hora de escribir. Patricia Highsmith, citando ejemplos de su propia obra (de hecho, se encuentra en medio de un atasco narrativo), advierte de lo difícil del oficio, señala las posibles dificultades con las que podemos encontrarnos a la hora de escribir una novela o un cuento, con lo que haremos bien en sumarnos a la segunda parte de la cita, que es la que ella y otros grandes escritores han frecuentado: lo que hace apasionante el oficio de escribir es “la constante posibilidad de fracasar”.

Partiendo de “El germen de una idea” hasta “Algunas notas sobre el suspense en general”, la autora de Extraños en un tren repasa los aspectos principales a tener en cuenta a la hora de escribir. Si bien es cierto que escribía novela negra, estos consejos pueden aplicarse a toda obra narrativa que pretendamos elaborar. El uso de las experiencias personales como herramienta de trabajo (claves de interpretación de su obra), la exhaustividad en los detalles o el desarrollo de los argumentos, son materias que se abordan en un texto cargado de buenos ejemplos y frases para enmarcar y poner delante de la mesa de trabajo, por ejemplo esta: “El oficio sin talento no tiene encanto ni sorpresas, nada original. El talento sin oficio… bueno, ¿cómo puede el mundo verlo en ninguna parte”.

Patricia Highsmith luchó siempre consigo misma, con Dios (leía la Biblia a pesar de su ateísmo) y contra la culpa por su identidad. Tachada de misántropa y misógina, llevó una vida de éxito literario. “No era simpática, rara vez amable y nadie que la conociera bien, habría dicho que era una mujer generosa”, así la describe su biógrafa Joan Schekar, un ser que tenía en la escritura el antídoto para la vida brumosa y triste que decidió vivir a pesar de su extraordinario talento, que la compara con el mismísimo Dostoievski, que este año está también de bicentenario de su natalicio. Una autora a la que haremos bien en leer cuanto antes.

La gran lección de Suspense no es otra que la de señalar que el camino de la escritura no es para perezosos ni cobardes, como es en general el camino del arte. Ante la democratización de los sueños y la exaltación del “yo también lo puedo hacer”, la apuesta por el trabajo que hace Highsmith es quizás una de las más descarnadas y directas que podamos leer. Un ensayo breve pero intenso que nos anima a seguir en nuestro trabajo sean cuales sean nuestras circunstancias, que nos enseña a pensar, madurar y concretar nuestra obra literaria.

Un último consejo de esta insufrible dama de la novela negra, o mejor, de la novela psicológica escorada con maestría hacia el lado más oscuro del ser humano: “Al igual que los boxeadores, puede que empecemos a flaquear (en el oficio de escribir) después de los treinta años, es decir, que no podamos seguir tirando con cuatro horas de sueño, y que empecemos a quejarnos de los impuestos… Y entonces es oportuno recordar que los artistas han existido y persistido, como el caracol y el celacanto y otras formas invariables de vida orgánica, desde mucho antes de que la humanidad soñara con gobiernos”.


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