Al pronunciar en español, la acentuación es el énfasis que aporta tono, intensidad y duración cuando se habla. Cada palabra del mensaje requiere una mayor fuerza o acento en sílabas determinadas. La prosodia, rama de la gramática que estudia la acentuación de las palabras, habla de tres tipos de acento en español. Uno, es predeterminado y se advierte en cada palabra o término, que se conoce como prosódico. No se indica con ningún signo. Por el contrario, el segundo, llamado ortográfico, se marca con una rayita diagonal –la tilde– sobre determinadas letras en las sílabas y según reglas ya establecidas. El tercero, denominado acento diacrítico, es el que separa a palabras que tienen igual escritura (homófonas), pero distinto significado. Esa tilde es el signo que especifica la función semántica de cada vocablo. Para comprenderlo en contexto, hay que considerar el tratamiento o función de la acentuación en otros idiomas como el inglés y el francés. En esas dos lenguas, la acentuación no presenta mayor problema. Las palabras en francés tienden a ser agudas; es decir, énfasis de la voz en la última sílaba, por lo que no es necesario utilizar un signo para discriminar funciones.
Los acentos existentes en esa lengua (agudo, grave y circunflejo) solo tienen una tarea en la pronunciación: el agudo (´) se coloca sobre la letra ‘é’ para pronunciarla como la ‘e’ española; el grave (è) sobre la misma letra para darle un sonido más abierto (sonreído, según algunos) y el circunflejo (â) para una ‘a’ más palatal. En el idioma inglés, la mayoría de las palabras son graves y se acentúan sin ningún aditivo en la penúltima sílaba. Por esa razón no existe el signo de la tilde y se produce un uso concertado entre los hablantes. Este pragmatismo en el acto del habla evita cualquier duda o confusión. Un caso bien diferente ocurre en español con el acento diacrítico. Las palabras ‘él’ y ‘el’ son diferentes, aunque se escriben igual y lo que determina esa desigualdad semántica, es precisamente la presencia de la tilde en una de ellas (pronombre personal) y ausencia en la otra, un artículo. Igual sucede con el pronombre personal tú (Tú serás el próximo en atenderte) y el posesivo tu (Ayer se vendió tu casa). Estos casos excepcionales afectan a las palabras de una sola sílaba o monosilábicas, a las que por la regla ortográfica, no se les marca la tilde. Esta distinción ocurre por ejemplo en el sustantivo mi (nota musical) y la variante del pronombre de primera persona (Todos se acuerdan de mí) y mi, adjetivo posesivo (El sábado pintaré mi casa). También se da entre el sustantivo té, bebida (Quiero tomar una taza de té de canela) y te, pronombre variante de tú (Te conviene llegar temprano). Otro ejemplo que lo aclara es el de las inflexiones de los verbos ‘ser’ y ‘saber’ (Sé que lloverá esta tarde), del verbo saber, (Sé tú mismo) del verbo ser y se, pronombre (Ella se quedará toda la mañana), donde ‘se’ es reflexivo de tercera persona. La Real Academia Española (RAE) precisa ciertos usos en su Libro de estilo de la lengua española. Se establece que no se tildan los monosílabos tónicos, cuyo énfasis de voz recae de hecho en su única sílaba; estos, además, no deben poseer una variación átona o correlatos (palabras que se escriben igual). Por consiguiente, se escriben sin tildes: da, den, di, dio, fe, fin, fue, fui, ti, va, ve, vi, vio. De igual manera, resalta este libro de estilo el caso de palabras homófonas tónicas, como sucede con “son”, que no lleva acento diacrítico ni en su sentido como verbo “ser” (Ellas son la voz del subalterno), ni en la función sustantiva del ritmo musical (Para componer un son...). Hay también casos como el de aquellas palabras tónicas con correlatos átonos, que no utilizan el acento diacrítico, como sucede con el nombre de las letras y las notas musicales. Así, encontramos el caso de la ‘te’ y las notas del pentagrama, ‘mi’ y ‘la’. Ejemplos: Se escribe con te mayúscula. La canción inicia con una nota la prolongada.
Una situación específica se da con la palabra más, que siempre se escribe con el acento diacrítico, salvo cuando ella tiene el sentido de ‘pero’, conjunción adversativa. Ejemplos: Carlos conoce como yo el contexto sociológico. Salió temprano, mas no llegó a tiempo al compromiso.
Con relación a la palabra ‘solo’, la RAE recomienda “no tildar estos elementos nunca, si bien la tilde se admite si hay riesgo de ambigüedades.” Igualmente apunta que no se debe tildar “esto”, “eso” y “aquello”, formas que siempre funcionan como pronombres.
En suma, la llamada “tercera tilde” posee un uso preciso, desambiguador, que aclara el mensaje escrito y es una característica esencial de la prosodia de la lengua española.
El autor es periodista y profesor
