Del Casco Antiguo de la ciudad capital al Parque Nacional Darién, pasando por la isla Contadora y la iglesia de San Francisco de la Montaña, la danza de los diablos sucios y el Carnaval tableño, Panamá es un mosaico de posibilidades para quien desea diversión, entretenimiento y formación.
Este istmo es para el turista, tanto nacional como extranjero, la puerta por la que ingresar a un mundo donde podrá encontrar, en un solo territorio, aventura, magia, comercio, historia y naturaleza, en una mezcla que une además al pasado con el presente.
Eso queda patente al repasar las 144 páginas del libro Panamá, la ruta, editado por Elizabeth Pinzón, con las impresionantes fotografías de Alfredo Máiquez y Sergio Ochoa, bajo el sello editorial Sello de Agua.
Esta obra comprueba una verdad establecida que debe estar siempre presente entre los panameños para que se sientan orgullosos: que el istmo, desde hace más de 23 millones de años, ha unido al mundo gracias a su posición y forma geográfica.
Una parte de la historia del planeta no sería la misma sin la existencia de Panamá, por ser el ancestral puente entre América del Norte y América del Sur.
Ser, además, la primera ruta transístmica colaboró en la época de los grandes navegantes colonialistas, y siguió con su misión de unir al planeta con la construcción del ferrocarril y el posterior Canal de Panamá.
Panamá, la ruta es de esos libros para tener y para regalar, para atesorar y compartir, pues evidencia el devenir de un país en plano crecimiento.
