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CINE

‘Milagro en la celda 7’ y el cine de fórmulas  

‘Milagro en la celda 7’ y el cine de fórmulas  
Los actores Aras Bulut Iynemli (Memo) y Nisa Sofiya Aksongur (Ova) protagonizan la película, que destaca como una de las más vistas en Netflix. Cortesía

En tiempos de Covid-19 y con las salas de exhibición cerradas, la atención de la confinada audiencia cinematográfica se enfoca en los catálogos de las plataformas de streaming y el “taquillazo” del momento es Milagro en la celda 7, una emotiva película turca de 2019, hecha para que el espectador la vea con una caja de pañuelos al lado.

Una historia conmovedora, decíamos, que sigue el devenir de Memo, un adulto con un trastorno mental que es acusado y condenado por un delito que no cometió, dejando a la deriva a Ova, su pequeña de ocho años. Y el conflicto consiste en tratar de demostrar la inocencia de Memo, con los pocos recursos disponibles, en un camino que es un sube y baja de emociones entre el amor de padre e hija y una sucesión de tragedias. Una bomba de lágrimas en las pantallas.

El fenómeno de ‘Milagro en la celda 7’

El éxito en la taquilla de Corea del Sur de ‘Milagro en la celda 7’ en 2013 y los aplausos de la crítica, dieron pie a que la historia fuera adaptada hasta ahora tres veces, siendo la de Turquía una de las más recientes. Y ya hay otras versiones en desarrollo en Borneo o Indonesia, que están anunciadas para 2020 y 2021.

El problema de producciones como esta versión de Milagro en la celda 7 (hay al menos tres remakes de la película original de 2013) es que apuntan directo a la sensibilidad del público para alcanzar al éxito –entiéndase reconocimiento y vender más boletos o tener más reproducciones, en el caso de Netflix– y, por tanto, el desarrollo no es natural.

Es por momentos muy romántica, explotando el encanto y química entre Memo y Ova, y al poco tiempo se siente como un puñal en el costado. Una y otra vez.

A Milagro en la celda 7 le aplicaron una fórmula emocional, como las que se usan en el cine más comercial de Hollywood para, por ejemplo, las comedias tontas (chico y chica se enamoran, se complica todo, pero se arreglan y viven felices para siempre) o los films de acción (protagonista dotado físicamente supera una serie de obstáculos para salvar, en el último instante, al mundo, una ciudad o algo más que el pellejo propio).

Y como el guión fue adaptado para estimular más las emociones, los diálogos, personajes, conflictos secundarios y la banda sonora, no dan tregua. Cuando es suficiente la odisea de Memo y los muros y barrotes que le separan de Ova, para empatizar con el drama. Termina siendo del tipo de películas queridas por las que te odian si odias algo de ellas.

Un ejemplo de las maniobras de los escritores, en aras de dirigir los sentimientos, es el destino de la abuela Fatma (personaje que no existe en la historia original de 2013) o el proceder del antagonista Yarbay Aydin cuando ignora las pruebas de inocencia de Memo ¿Porqué la obstinación de un alto militar en condenar a un hombre sin malicia que no le arrebató a su ser querido? ¿Buscaba algún tipo de alivio? ¿No quería asumir la injusticia que cometió? ¿Durante su dura carrera desarrolló odio por los débiles y lo proyectó en Memo? ¿Para enviar un mensaje (¿a quién?)? ¿Por pura maldad? No se explica, así que nunca lo sabremos.

De paso, al no desarrollar todas las motivaciones del villano, la película deja escapar la oportunidad de mostrar más de la corruptela y abusos que siguen como estelas los procesos militares cuando toman el control de una región, aprovechando que su argumento se desarrollaba en una Turquía pos golpe de Estado.

Tampoco se aborda la crudeza de una prisión, mucho más en épocas de irregularidad política y mucho más si el reo está en desventaja. Apenas un atisbo. Allí dentro, el discurso se centra en la espiritualidad, un componente muy arraigado en el país. Dramas carcelarios como The Shawshank Redemption (1994) si logran contar ese proceso tortuoso de la historia, sin que el espectador se ahogue.

Si lloró a moco tendido con la recreación turca de Milagro en la celda 7, no debe perderse la historia original de Corea del Sur (7-beon-bang-ui seon-mul, su título en coreano) con la dirección de Lee Hwan-kyung, una comedia dramática soberbia, con una estructura y desenlace muy distintos, que fluye a través de los juicios que abordaron el caso de Lee Yong-gu, único sospechoso de la muerte de una niña; una trama no lineal que va del presente al pasado combinando actos hilarantes con otros de dolor intenso.

Una historia sobre la justicia y, principalmente, sobre el sincero vínculo entre un padre y su pequeña hija.

Hay un impulso auténtico de venganza, hay sacrificio por amor y dolor por la impotencia. Un relato que toca las fibras en el momento justo, de forma orgánica y sin aditamentos exagerados (se puede encontrar en YouTube, con subtítulos).

‘Milagro en la celda 7’ y el cine de fórmulas  
So Won Kal y Seung-ryong Ryu, de la película original de 2013.



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