Mónica Miguel Franco (León, España, 1971) ha ido construyendo una voz poética muy sólida. Desde De la piel del Diablo (2012), de una turbiedad luminosa, construido con sutilezas poéticas muy bien armadas, y siguiendo con 20 poemas de desamor y una canción alcoholizada (2014), donde al dolor del amor la poeta no cede un ápice de su coherencia literaria, desemboca en este tercer poemario, Ferox Lux Luz Feroz (2021), en el que la autora transita el paso del tiempo, el cuerpo como expresión lírica de lo sensual, y la búsqueda de imágenes que sobrecojan al lector y le sacudan la tranquilidad.
El universo literario de la autora se puede rastrear siguiendo sus columnas (“Aullido de Loba”), o su programa de radio “El Aquelarre”, y también en sus talleres literarios, que ponen de manifiesto siempre una sólida cultura clásica, universal, contemporánea y panameña. Su mirada híbrida, entre Panamá y España, la convierte en una muy sugerente y autorizada voz para analizar nuestra circunstancia, y la dota a la vez, de una riqueza lírica que le permite crear imágenes poéticas que dialogan entre sí con un ritmo muy particular.
Ferox Lux Luz Feroz, es un poemario de madurez, es un inventario, quizás una enumeración de imágenes de la vida bañados por la luz feroz de la experiencia, de lo vivido y meditado desde un otero vital, desde una pequeña cima (la autora no pontifica, dice líricamente, narra en imágenes y ritmo). La vida comienza a inventariarse in media res, ya nacida, ya caminada. El nacimiento es a lo que ya somos para mirar lo que fuimos, para terminar “con la misericordia entre los colmillos”, batallando contra el paso del tiempo.
La mirada al pasado, “Abro mis ojos al ayer/con la sorpresa de quien todo lo sabe/y solo espero ahora la maldición/de los envidiosos inmortales”, es una constante. No es un llanto, ni un dolerse por lo vivido, no, se trata de una reconstrucción (no sujeta a cronología alguna, no se puede, es memoria, es errático recuerdo), que centre la experiencia para ser asidero y piedra de toque que certifique la pureza de lo que se tiene para seguir caminando: “No soy lo que se esperaba de mí. /Enfrento con mi voz desnuda/a la plebe armada con piedras”.
La sensualidad del cuerpo, su evocación como metáfora e imagen de lo deseado y disfrutado: Mi piel recuerda la arena caliente, /siguiendo rutas antiguas de cráteras, /piratas y epopeyas. /Sol que calienta mi brea. /Y me amordazas. No hay en Mónica Miguel Franco, en su poesía, en su mirada híbrida, placer, sensación, pasión que no sea susceptible de ser verso, imagen y ritmo. La mujer, tal como fue leída, percibida y dibujada por los clásicos, surge iluminada por una búsqueda contemporánea por esa luz feroz, matizada en su ser y en su querer: “Ni para puta ni para sabia. /Ni para los de ayer ni para los de mañana. /No tienes suficiente cuerpo ni suficientes arrugas”. O también esta imagen: Soy cosa. /Hazme tuya. /Cosa apenas sensitiva/como la piedra de los poetas.
Y en esa iluminación que es la experiencia, el inventario, reverberan los versos de “No volveré a ser joven” de Jaime Gil de Viedma en estos de la autora: “Nadie me lo dijo. /Nunca nadie me dijo. /que la vida no es vivir. /Solo es apretar los dientes/ aguantar”.
Desde la perspectiva de la vida vivida, surgen atisbos de amor, de esperanza, quizás un recobrar fuerzas para seguir: “Se abre ante mí una nueva vida. /Un campo de amapolas y azucenas. Sangre y leche”. Mónica Miguel Franco, dueña de su búsqueda, se juega todo el poemario en el Proemio, que sitúa al final del libro, dejando así la luz al final del túnel: “Me conformo con que dentro de otros tantos alguien diga:/ “Ella fue”, una esperanza que viene construyéndose en las tres partes del poemario, poco a poco, cargando toda la vida y lo vivido para someterlo a un porvenir que se abre como nueva vida.
Un sólido trabajo, una vibración para el alma, colores para pintar nuestra existencia. No dejen de leer Ferox Lux Luz Feroz. Terminarán llenos de caminos por donde buscar las certezas que nos faltan para seguir caminando.