El 79% de las 9 mil millones de toneladas de plástico que se han producido en el mundo ha terminado en muladares y en la vasta extensión oceánica, detalla el informe Plásticos de un solo uso, presentado hace unos días por ONU Medio Ambiente.
Colillas de cigarrillos, botellas plásticas y sus tapaderas, envases y envoltorios de alimentos, bolsas, carrizos, agitadores, vasos, cubiertos, pañales y todo cuanto sea desechable, llega al océano al ritmo de 8 millones de toneladas anuales, transformando zonas en “sopas plásticas” y asfixiando la vida marina, destacó el organismo internacional.
Solo en el caso de las bolsas plásticas, cada año se consumen 5 billones alrededor del mundo, unas 10 millones de bolsas cada minuto. Y la mayor parte del plástico es desechado tras ser usado una vez, por apenas unos minutos; luego tarda hasta mil años para descomponerse (ciertas bolsas plásticas y contenedores de espuma de poliestireno, por ejemplo), no 100 o 200 años como se estimaba.
Toda esa basura plástica y sus químicos tóxicos se han extendido por las aguas hasta los confines del Ártico, la Antártida y los rincones más profundos como la Fosa de las Marianas en el Pacífico, convertidos en “callejones sin salida” para la suciedad, como demuestran recientes investigaciones.
En el Ártico se calculó la acumulación de 300 mil millones de piezas de plástico de acuerdo con un reporte de 2017 de Science Advances, mientras que en la Antártida se detectaron microplásticos (trozos de unos milímetros que resultan de la fragmentación de la basura plástica) en 9 de 17 muestras de agua tomadas a principios de 2018 por Greenpeace. “Son resultados que muestran que el daño al ambiente ha llegado hasta los hábitats más remotos”, lamentó el organismo.
Unas 600 especies marinas sufren las consecuencias de vivir entre toneladas de plástico y el 90% de las aves marinas ha ingerido al menos un trozo de plástico al confundirlo con alimento, porcentaje que alcanzará el 99% en 30 años.
De mantenerse los patrones de consumo y manejo de residuos, habrá unas 12 mil millones de toneladas de basura plástica en los vertederos y en el medio ambiente en 2050 y, para entonces, habrá más deshechos que peces en el mar.
Traducido en dinero, el daño al ecosistema marino global por la contaminación plástica es de al menos 13 mil millones de dólares anuales, según el nuevo informe de ONU Medio Ambiente, divulgado durante el Día Mundial del Ambiente. “La magnitud del desafío es desalentadora”, reconoció la agencia de la ONU.
Microplásticos
La basura que flota en la superficie del océano es arrastrada por las corrientes y se acumula en los giros, formando “parches” de desperdicios, el mayor de ellos en el Pacífico, con unas 79 mil toneladas métricas de trozos de redes de pesca, envases, bolsas y millones de fragmentos de microplásticos.
Los investigadores marinos calculan que en el océano flotan 5 billones de plásticos, que se descomponen en piezas más pequeñas que se suman al microplástico que proviene principalmente de productos como cosméticos y cremas para la higiene. Es una suerte de “esmog plástico” que no es fácil de apreciar, explica la bióloga marina Andrea Neal en el documental A Plastic Ocean (2016), de Craig Leeson.
De hecho, hay zonas donde las párticulas de microplástico superan las de plancton, resalta en el documental la investigadora marina Bonnie Monteleone.
El informe Plásticos de un solo uso indica que hay evidencia de que químicos tóxicos que el plástico tiene o adquiere en las aguas son transferidos al tejido animal, ingresando así a la cadena alimenticia humana.
Al menos un cuarto de los peces de consumo humano tienen plástico o restos textiles en su organismo, anota A Plastic Ocean.
Acciones
Según ONU Medio Ambiente, 87 países han introducido regulaciones para el uso de bolsas de plástico y productos de poliestireno y otros 12 han anunciado acciones inminentes para controlar o eliminar su consumo.
También la Unión Europea anunció el mes pasado que prohibirá los 10 productos plásticos desechables más usados (hisopos, pajitas, agitadores o soportes para globos), para reducir a la mitad la basura que llega al mar. “La única forma de impedir el flujo de plásticos al océano es frenarlo en la fuente: la producción”, acotó la Comisión Europea al presentar la propuesta.

En Panamá, la reciente prohibición de bolsas plásticas es un primer paso en la ruta por salvar los océanos, señala el investigador marino Héctor Guzmán, del Instituto Smithsonian. “Lo que sigue es establecer un control a las importaciones de productos plásticos de muy mala calidad, que se venden a precios bajos y no duran ni siquiera meses. Hay tiendas mayoristas que ofrecen juguetes o juegos de comedor que se destruyen en poco tiempo terminando en la basura”, matiza.
Se palpa un despertar general del cuidado ambiental, como demuestran las cifras de la ONU sobre los países con leyes para reducir el consumo, considera Tania Arosemena, gerente de incidencia política de Fundación MarViva.
Ahora sigue tomar medidas más contundentes de control, encontrar alternativas amigables con el ambiente y educar porque, lamenta la ambientalista, todavía hay tanto desconocimiento como trabajo por hacer para no destruir el océano del que dependemos.

