La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica, degenerativa y autoinmunitaria que no limita sus efectos negativos a la estructura de las articulaciones. Esta condición también puede impactar sobre siete grandes órganos.
El médico reumatólogo Aníbal De León, secretario de la Sociedad Panameña de Reumatología, explica que uno de ellos es el sistema cardiovascular.
La artritis, al estar presente en otras enfermedades inflamatorias sistémicas como el lupus, Síndrome de Sjögren y la colitis anquilosante, “incrementa la facilidad en que el cuerpo genera placas en las arterias del cuerpo, lo que se conoce como arteriosclerosis, y estos tapones facilitan la ocurrencia de la enfermedad cardiovascular, llámese infarto al corazón, o enfermedad cerebro vascular o derrame”, explica.
Así mismo, la visión de quien padezca artritis puede verse afectada, causando inflamación y pérdida de la visión si no se trata a tiempo.
La salud pulmonar del paciente artrítico también puede verse impactada negativamente, en especial si la persona fuma, agrega.
Este paciente corre el riesgo de desarrollar fibrosis pulmonar, una condición que lo convertiría “prácticamente en una persona que depende de oxígeno o que necesita medicamentos para controlar secreciones pulmonares”. En otras palabras, es un paciente que, además del dolor articular y la discapacidad que produce la artritis, termina sin poder respirar.
Además, la artritis incrementa las posibilidades de padecer osteoporosis, por lo que estos pacientes deben hacerse chequeos periódicos para evaluar su densidad ósea periódicamente.
El sistema nervioso periférico (constituido por el conjunto de nervios y ganglios nerviosos) del paciente también se afecta, en especial en fases muy tardías de la enfermedad, recalca De León. “El paciente, que inicialmente tenía dolor por inflamación y deformidad, eventualmente puede desarrollar una neuropatía, que produce una degeneración de los cables que conducen las sensibilidades de las extremidades hasta el cerebro, y que causa una alteración de la sensibilidad y malestares en las extremidades que ya no obedece a la inflamación sino a un problema neurológico”.

Muchos de los pacientes con artritis reumatoide tienen compromiso del cuello, que es el único punto de la columna vertebral que se afecta en fases tardías de esta condición, agrega.
De igual manera, la persona con artritis puede padecer problemas hematológicos, como tener una hemoglobina baja, anemia, leucemia, linfoma, etc.
FASES DE LA ENFERMEDAD
Entre más pronto llega un paciente a ser atendido por un médico reumatólogo y tratado con fármacos modificadores de la enfermedad, mejor pronóstico tendrá, recalca el médico.
“En las fases tempranas de la enfermedad [primeros seis meses o primer año de inicio de la condición] se habla de una ventana de oportunidades de poder hacer un apagado del switch del proceso inflamatorio con muchos medicamentos al inicio que pudieran, incluso, en un tiempo menos de dos o tres años, hacer que el paciente quede prácticamente sin datos de artritis y que el paciente pueda estar controlado con una mínima cantidad de medicamentos, incluso, libre de estos”.
De León advierte que el único tratamiento farmacológico que actúa sobre la artritis son los medicamentos modificadores de la enfermedad, y no otros fármacos que solo alivian el dolor y la inflamación, como corticoides y antiinflamatorios.
En este sentido, el especialista aconseja que el paciente artrítico siga las indicaciones que le haga su reumatólogo porque cada paciente requiere de un tratamiento personalizado.