En la lista de especies animales en peligro de extinción, el pangolín suscita poco interés, ensombrecido por el destino de elefantes o rinocerontes, mucho más mediáticos, pese a estar también en el punto de mira de los cazadores furtivos.
Las oenegés de defensa del medioambiente pretenden aprovechar la reunión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), que tiene lugar en Johannesburgo hasta el 5 de octubre, para llamar la atención sobre la situación de este mamífero insectívoro y reforzar así su protección.
En países asiáticos como China y Vietnam, la delicada carne, los huesos y los órganos del pangolín son muy demandados por los gourmets, mientras que los curanderos utilizan sus escamas por sus virtudes terapéuticas.
Para satisfacer una demanda en constante crecimiento, el pequeño mamífero es objeto de un intenso tráfico, que está provocando una auténtica masacre. “Estimamos [...] que más de 1 millón de pangolines fueron objeto de tráfico durante la última década, lo que supera, de lejos, el número combinado de rinocerontes o de elefantes” capturados por los cazadores furtivos, consideró Ray Jensen, uno de los fundadores de la oenegé del Grupo de Trabajo sobre los Pangolines en África.
“El pangolín es el animal víctima del mayor tráfico del mundo”, agregó el director de la Cites, John Scanlon.
Las reservas de cuatro especies de pangolines de Asia están en su nivel más bajo y las de otras cuatro especies africanas han bajado muy seriamente, confirmó Colman O’Criodain, de la Organización Mundial para la Protección de la Naturaleza.
