Andrew Hevia, uno de los responsables de Moonlight, el drama de Barry Jenkins premiado en el Óscar como mejor película, viene al Festival Internacional de Cine de Panamá con dos propósitos.
Una es dictar la charla “Realización cinematográfica de bajo presupuesto” el 9 de abril, a las 10:30 a.m., en el Hotel Central. “Estoy emocionado de participar en el festival por la excelente curaduría de su programación”, indica.
La otra razón es apoyar Cenizas, película del director ecuatoriano Juan Sebastián Jácome, que se presentará en el IFF Panamá y que Hevia produce. “Mi compañera productora de esta película, Irina Caballero, es también panameña. Nunca he estado en Panamá, pero estoy entusiasmado de compartir Cenizas con la comunidad”, añade.
Cenizas se proyectará el 6 de abril, a las 7:10 p.m. (sala 5) y el lunes 9 de abril, a las 6:00 p.m. (sala 8), ambas en Cinépolis, Multiplaza.

“Producir es mucho sobre escoger el equipo correcto, el proyecto correcto, y luego respaldar y apoyar esas decisiones de la mejor manera posible. Juanse e Irina se me acercaron con este proyecto. Yo ya había estado ansioso por trabajar con ellos desde que vi la primera película de Juanse. Mi trabajo consistió en responderme: ‘¿Cómo puedo ayudar a Juanse a que haga la mejor película posible?”, explica.
Califica el guion de Cenizas como “espectacular. Juanse es un escritor que evoca mucho con su lenguaje y construyó una historia íntima y conmovedora que me rompió el corazón al leerla. La película terminada realza lo que ya estaba en la página. Lo más importante es que el cambio y el remedio, temas de la película, no existen si primero no cortamos el silencio que envuelve a estos temas delicados. El primer paso es romper ese silencio”.
Cenizas es sobre la distanciada relación que existe entre Caridad y su padre. Ella no ha hablado con él desde hace años, “no lo ha hecho desde que él dejó el hogar bajo una ola de sospechas y acusaciones. Pero eso cambia cuando un volcán vecino despierta con una explosión de cenizas, y Caridad se encuentra aislada en la zona de riesgo”.
Esa relación, opina, es la base de la película. “El núcleo familiar es sumamente complicado y la necesidad de conectar con la raíz de uno mismo puede ser abrumadora. Esto puede convertir problemáticas que van de lo correcto a lo incorrecto, o de lo blanco a lo negro, en una nebulosa de tonos grises, cenizas que nublan tu visión y cuestionan tu claridad moral. Sin mayor opción, ella contacta a su padre y confronta las emociones que reprimió durante tantos años”.

